Un año para recordar siempre. Así se define en España el año 1992, cuando el país ibérico disfrutó de dos eventos de talla mundial: La Exposición Universal, que tuvo lugar en Sevilla, y los Juegos Olímpicos, celebrados en Barcelona. La mayor competición deportiva de carácter internacional tuvo en la Ciudad Condal una acogida cálida, maravillosa e inolvidable y en lo deportivo brindó al deporte español un enorme reconocimiento a todos los niveles.
Los Juegos Olímpicos de Barcelona gozaron de un brillo especial. Fueron los primeros celebrados en España, los primeros- en 20 años- donde participaron todos los países con un Comité Olímpico Nacional, incluso los primeros en los que se prohibió fumar. Y a su término, Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, afirmó: "Barcelona ha organizado, sin duda, los mejores Juegos de la historia".
En los cuatro años transcurridos desde Seúl 88, el mapa geopolítico internacional había experimentado una transformación radical y eso tuvo su repercusión en la competición. Con la desintegración de la Unión Soviética, Letonia, Estonia y Lituania regresaron como naciones independientes a unos Juegos Olímpicos, mientras que el resto de países soviéticos participaron como un sólo equipo, el CEI (Comunidad de Estados Independientes).
Eslovenia, Croacia y Bosnia- Herzegovina participaron en los Juegos como países independientes tras la desmenbración de Yugoslavia, mientras que los deportistas de Serbia, Montenegro y Macedonia lo hicieron como Participantes Olímpicos Independientes, bajo la bandera de los cinco anillos.
La caída del Muro de Berlín en 1989 permitió la reunificación de las dos Alemanias y volvió a participar en unos Juegos como una única nación, algo que no se producía desde 1936. A todo ello hubo que sumar el retorno de Sudáfrica, una vez abolida la política del apartheid.
El sueño de Pierre de Coubertin volvía a verse cumplido: todos los países se unieron en Barcelona bajo una bandera de paz y cordialidad y disfrutaron de una competición deportiva en la que no hubo boicots, ni tensiones políticas, sólo espíritu deportivo.
La actuación española
El deporte hispano se preparó como nunca para estar a la altura de la organización y las infraestructuras en Barcelona 92. A ello contribuyó especialmente el plan ADO, creado en 1988 para proporcionar a los deportistas los medios y la formación necesaria de cara a los Juegos Olímpicos.
España terminó la competición en la sexta posición del medallero, con 22 medallas: 13 oros, 7 platas y 2 bronces. Entre ellas brillaron sobremanera el oro de Fermín Cacho en 1.500 metros y el de Martín López Zubero en los 200 metros espalda o la plata de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez en el dobles femenino de tenis.
Pero la historia guarda en un cofre muy especial la medalla dorada que se colgó la selección española de fútbol, su mayor triunfo en unos Juegos desde Amberes 1920. Aquella generación de futbolistas encandiló con su fútbol valiente, consolidado en todas las líneas y con la pizca de furia española que convirtió la pócima en mágica.
El primer cajón del podio futbolístico fue para la selección española y en segundo lugar, con una honrosa plata, quedó Polonia, la selección que en más aprietos puso a los hispanos. La medalla de bronce se la quedó la revelación del torneo y la más joven, Ghana, que venció por 1-0 a Australia.
Para saber más: El Informe Robinson de Barcelona 92.
Los Juegos Olímpicos de Barcelona gozaron de un brillo especial. Fueron los primeros celebrados en España, los primeros- en 20 años- donde participaron todos los países con un Comité Olímpico Nacional, incluso los primeros en los que se prohibió fumar. Y a su término, Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, afirmó: "Barcelona ha organizado, sin duda, los mejores Juegos de la historia".
En los cuatro años transcurridos desde Seúl 88, el mapa geopolítico internacional había experimentado una transformación radical y eso tuvo su repercusión en la competición. Con la desintegración de la Unión Soviética, Letonia, Estonia y Lituania regresaron como naciones independientes a unos Juegos Olímpicos, mientras que el resto de países soviéticos participaron como un sólo equipo, el CEI (Comunidad de Estados Independientes).
Eslovenia, Croacia y Bosnia- Herzegovina participaron en los Juegos como países independientes tras la desmenbración de Yugoslavia, mientras que los deportistas de Serbia, Montenegro y Macedonia lo hicieron como Participantes Olímpicos Independientes, bajo la bandera de los cinco anillos.
La caída del Muro de Berlín en 1989 permitió la reunificación de las dos Alemanias y volvió a participar en unos Juegos como una única nación, algo que no se producía desde 1936. A todo ello hubo que sumar el retorno de Sudáfrica, una vez abolida la política del apartheid.
El sueño de Pierre de Coubertin volvía a verse cumplido: todos los países se unieron en Barcelona bajo una bandera de paz y cordialidad y disfrutaron de una competición deportiva en la que no hubo boicots, ni tensiones políticas, sólo espíritu deportivo.
La actuación española
El deporte hispano se preparó como nunca para estar a la altura de la organización y las infraestructuras en Barcelona 92. A ello contribuyó especialmente el plan ADO, creado en 1988 para proporcionar a los deportistas los medios y la formación necesaria de cara a los Juegos Olímpicos.
España terminó la competición en la sexta posición del medallero, con 22 medallas: 13 oros, 7 platas y 2 bronces. Entre ellas brillaron sobremanera el oro de Fermín Cacho en 1.500 metros y el de Martín López Zubero en los 200 metros espalda o la plata de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez en el dobles femenino de tenis.
Pero la historia guarda en un cofre muy especial la medalla dorada que se colgó la selección española de fútbol, su mayor triunfo en unos Juegos desde Amberes 1920. Aquella generación de futbolistas encandiló con su fútbol valiente, consolidado en todas las líneas y con la pizca de furia española que convirtió la pócima en mágica.
El primer cajón del podio futbolístico fue para la selección española y en segundo lugar, con una honrosa plata, quedó Polonia, la selección que en más aprietos puso a los hispanos. La medalla de bronce se la quedó la revelación del torneo y la más joven, Ghana, que venció por 1-0 a Australia.
Para saber más: El Informe Robinson de Barcelona 92.