La selección española absoluta volvía a estar en las portadas de los periódicos tras conquistar, en 1964, su primera Eurocopa. Era el primer título que lograba la Roja después de 44 años. Muchas generaciones ni siquiera habían vivido la plata de Amberes y disfrutaron de lo lindo con los Iríbar, Luis Suárez, Marcelino y compañía.
Pero el éxito no se repetía en los Mundiales, la cumbre que todas las naciones aspiraban a coronar. En Chile 1962 e Inglaterra 1966, España había quedado eliminada a las primeras de cambio, de ahí que hubiera un cierto clima de desilusión entre los aficionados españoles.
La selección de aficionados de aquella época apenas despertaba interés y desde luego no llenaba campos de fútbol como lo hacía la escuadra absoluta. Pero su gran papel en el torneo preolímpico comenzó a despertar un halo de esperanza.
Islandia fue el primer obstáculo que salió al camino hacia México. El 1 de junio de 1967, en Reykjavic se enfrentaron por primera vez ambas selecciones en el partido de ida. España comenzó ganando gracias a un tanto de Costas y mereció el triunfo, pero en el último suspiro Torrasson puso las tablas en el marcador. No obstante, era un resultado positivo para la vuelta.
El segundo asaltó se disputó en el estadio del Plus Ultra el 22 de junio. Durante todo el choque se vivió un intercambio de golpes que, por momentos, hizo temer el fin del sueño olímpico. Y todo porque España se confió en exceso. El equipo español se adelantó en el marcador por medio de Maxi en dos ocasiones, pero Islandia respondió a cada gol hispano devolviendo la igualdad. Hasta que en la segunda parte Arnasson puso el 2-3.
El susto duró el tiempo justo que tardó Aparicio en avasallar la meta islandesa. El delantero español logró tres primorosos tantos que colocaron a España con un 5-3 a favor- y no fue mayor la goleada gracias a los postes y al portero de Islandia.
Italia habría sido el rival de España en la siguiente ronda, pero se retiró y el sorteo nos deparó un enfrentamiento con la madre del fútbol: Inglaterra. La exhibición de buen fútbol por parte de ambos equipos hizo vibrar al público de la Nova Creu Alta en el partido de ida, disputado el 27 de marzo de 1968. Un solitario gol de Ortega a los tres minutos fue suficiente. España levantó un muro en torno a su portería y los ingleses no lograron perforarlo.
Una situación similar ocurrió en el choque de vuelta, quince días después. En White City (Londres), la selección que dirigía entonces el doctor Toba volvió a hacer gala de su contundencia defensiva y del inmejorable momento de forma de su portero Mora. Ni toda la furia inglesa pudo mover el marcador, que se quedó con un 0-0 todo el partido. El billete de España para los Juegos de México estaba sellado.
Pero el éxito no se repetía en los Mundiales, la cumbre que todas las naciones aspiraban a coronar. En Chile 1962 e Inglaterra 1966, España había quedado eliminada a las primeras de cambio, de ahí que hubiera un cierto clima de desilusión entre los aficionados españoles.
La selección de aficionados de aquella época apenas despertaba interés y desde luego no llenaba campos de fútbol como lo hacía la escuadra absoluta. Pero su gran papel en el torneo preolímpico comenzó a despertar un halo de esperanza.
Islandia fue el primer obstáculo que salió al camino hacia México. El 1 de junio de 1967, en Reykjavic se enfrentaron por primera vez ambas selecciones en el partido de ida. España comenzó ganando gracias a un tanto de Costas y mereció el triunfo, pero en el último suspiro Torrasson puso las tablas en el marcador. No obstante, era un resultado positivo para la vuelta.
El segundo asaltó se disputó en el estadio del Plus Ultra el 22 de junio. Durante todo el choque se vivió un intercambio de golpes que, por momentos, hizo temer el fin del sueño olímpico. Y todo porque España se confió en exceso. El equipo español se adelantó en el marcador por medio de Maxi en dos ocasiones, pero Islandia respondió a cada gol hispano devolviendo la igualdad. Hasta que en la segunda parte Arnasson puso el 2-3.
El susto duró el tiempo justo que tardó Aparicio en avasallar la meta islandesa. El delantero español logró tres primorosos tantos que colocaron a España con un 5-3 a favor- y no fue mayor la goleada gracias a los postes y al portero de Islandia.
Italia habría sido el rival de España en la siguiente ronda, pero se retiró y el sorteo nos deparó un enfrentamiento con la madre del fútbol: Inglaterra. La exhibición de buen fútbol por parte de ambos equipos hizo vibrar al público de la Nova Creu Alta en el partido de ida, disputado el 27 de marzo de 1968. Un solitario gol de Ortega a los tres minutos fue suficiente. España levantó un muro en torno a su portería y los ingleses no lograron perforarlo.
Una situación similar ocurrió en el choque de vuelta, quince días después. En White City (Londres), la selección que dirigía entonces el doctor Toba volvió a hacer gala de su contundencia defensiva y del inmejorable momento de forma de su portero Mora. Ni toda la furia inglesa pudo mover el marcador, que se quedó con un 0-0 todo el partido. El billete de España para los Juegos de México estaba sellado.
Santamaría al banquillo
El ascenso de Toba a la selección absoluta llevó a José Emilio Santamaría a ocupar el cargo de seleccionador aficionado y juvenil. El uruguayo, que había sido defensa del Real Madrid, era hasta ese momento entrenador de las categorías inferiores del equipo blanco.
Santamaría se encargó de preparar a la selección olímpica para los Juegos y de elegir a los dieciocho futbolistas que viajarían a México:
Guardametas: Mendieta (Coruña) y Mora (Condal).
Defensas: Benito y Espíldora (Real Madrid), Ochoa (Español), Sala (Gerona) y Chufi (Calvo Sotelo).
Medios: Jaén y Crispi (Córdoba), Ciaurriz (Real Madrid) e Igartúa (Athletic de Bilbao).
Delanteros: Alfonseda (Condal), Asensi (Elche), Barrios (Tenerife), Juan Fernández (Ferrol), Garzón y Ortuño (Sabadell) y Grande y Ortega (Real Madrid).
El ascenso de Toba a la selección absoluta llevó a José Emilio Santamaría a ocupar el cargo de seleccionador aficionado y juvenil. El uruguayo, que había sido defensa del Real Madrid, era hasta ese momento entrenador de las categorías inferiores del equipo blanco.
Santamaría se encargó de preparar a la selección olímpica para los Juegos y de elegir a los dieciocho futbolistas que viajarían a México:
Guardametas: Mendieta (Coruña) y Mora (Condal).
Defensas: Benito y Espíldora (Real Madrid), Ochoa (Español), Sala (Gerona) y Chufi (Calvo Sotelo).
Medios: Jaén y Crispi (Córdoba), Ciaurriz (Real Madrid) e Igartúa (Athletic de Bilbao).
Delanteros: Alfonseda (Condal), Asensi (Elche), Barrios (Tenerife), Juan Fernández (Ferrol), Garzón y Ortuño (Sabadell) y Grande y Ortega (Real Madrid).