Manjarín, un extremo de Primera
Javier Manjarín Pereda vino al mundo en Gijón el 31 de diciembre de 1969. Jugaba como extremo y se formó en la Escuela de Mareo (Gijón), como otros grandes jugadores de su época. Pasó la mayor parte de su carrera en la Primera División española y luego se trasladó a México, fue internacional absoluto con España y formó parte del combinado que conquistó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Ángel Iturriaga define así a Manjarín: "Incisivo extremo que se caracterizaba por su velocidad para el desborde y su polivalencia. Era capaz de jugar en ambos extremos con el mismo rendimiento".
Como muchos futbolistas gijoneses, Manjarín descubrió la pasión por este deporte en el colegio la Inmaculada. Con 15 años ya destacaba sobre los demás niños de su edad y entró a formar parte de la Escuela de Fútbol de Mareo. A base de trabajo y talento se hizo un hueco en el filial rojiblanco, donde compartió vestuario con otras perlas de Mareo como Abelardo, Luis Enrique o Juanele, y esperó su momento en el primer equipo.
García Cuervo supo ver la calidad del atacante gijonés y le abrió las puertas del primer equipo en el curso 89-90. Manjarín debutó en Primera División el 8 de octubre de 1989 con 19 años, ante el Athletic de Bilbao en El Molinón. Dejó tan buena imagen, que desde entonces fue uno más del primer equipo rojiblanco. En su primer año en la élite participó en 29 encuentros y logró cuatro goles.
La temporada 90-91 fue la de su consagración en el Sporting de Gijón. Desde el inicio de la temporada fue un jugador básico en los esquemas de García Cuervo y Ciriaco Cano, que llegó al banquillo gijonés en la jornada 13. La línea de ataque que formaban Luis Enrique y Manjarín le dio al Sporting goles y triunfos que le valieron la quinta posición en la tabla a final de temporada y la clasificación para la Copa de la UEFA.
El final de temporada no fue precisamente alegre para Manjarín. En el derbi ante el Oviedo del 19 de mayo sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha que le obligó a pasar por el quirófano y le mantuvo ocho meses de baja. Se perdió el inicio de la temporada 91-92, pero eso no le impidió recuperar su sitio en el equipo a su regreso en enero. Acabó participando en 19 partidos- 17 como titular- y se ganó el billete para los Juegos Olímpicos de Barcelona.
La suerte se le volvió en contra durante la concentración previa al torneo olímpico: Sufrió una rotura fibrilar a pocos días del debut ante Colombia y se tuvo que conformar con ver como España conquistaba la medalla de oro desde fuera. No tuvo minutos en toda la competición, aunque eso no impide que figure en la historia como uno de los héroes del oro de Barcelona 92.
Con el gran sabor de boca que dejó la medalla dorada, Manjarín regresó al Sporting dispuesto a recuperar los minutos perdidos el curso anterior. Y lo cumplió; sólo se perdió tres partidos en toda la temporada, fue titular en 33 encuentros y anotó seis goles. Javier Manjarín había pasado de promesa a perla codiciada del equipo rojiblanco, por lo que no tardaron en llegar las ofertas por el atacante gijonés. El club, en una delicada situación económica, no tuvo más remedido que aceptar la que presentó el Deportivo de la Coruña: 250 millones de pesetas y un partido de pretemporada ante el Sporting.
En La Coruña, Manjarín formó parte del histórico SúperDepor y logró sus primeros títulos a nivel de clubes, todo ello regado con una participación habitual y formando parte de los onces iniciales. En la temporada 93-94 le costó abrirse paso y sólo fue titular en 20 de los 31 partidos que disputó, anotó 4 goles y vivió desde el terreno de juego como Djukic fallaba el famoso penalti que dejó al Dépor sin Liga.
Las cosas salieron mejor en la campaña 94-95, tanto en el plano grupal como a nivel individual. Manjarín jugó 48 partidos entre Liga, Copa y Champions y vio portería en nueve ocasiones. El tanto más especial lo logró el 25 de junio de 1995 y sirvió para poner en ventaja al equipo blanquiazul en la final de la Copa del Rey ante Valencia. Una final que el Deportivo acabaría ganando por 2-1.
Fue el primer trofeo a nivel de clubes que lograba Manjarín, aunque pocos meses después llegaba el segundo, la Supercopa de España. El Deportivo ganó 3-0 al Real Madrid en el partido de ida y, en la vuelta, logró un 1-2 en el Santiago Bernabéu. El atacante gijonés fue el encargado de anotar el 1-1 en el minuto 81, después de que Hierro adelantara al equipo blanco. Comenzaba bien la temporada para Manjarín y terminaría con unas cifras sobresalientes: 50 partidos, 43 titularidades y 9 goles.
En unos números similares se movió durante el curso 96-97, aunque con menos presencia en el once inicial, pero fue en la temporada 97-98 cuando volvió a sufrir un nuevo revés en forma de lesión. El 16 de noviembre se tuvo que retirar antes de tiempo en el choque contra el Espanyol por problemas en la rodilla derecha, la misma que le habían operado en 1991. Como los problemas no remitían tuvo que pasar otra vez por el quirófano y se perdió lo que restaba de temporada.
Cuando estuvo en condiciones de volver a vestirse de corto se encontró con que el Deportivo le había relegado al banquillo. En la temporada 98-99 jugó 18 partidos, pero sólo fue titular en dos ocasiones y decidió cambiar de aires en busca de minutos y oportunidades. No se marchó del norte de España, pues cambió La Coruña por Santander y se enroló en las filas del Racing. Vistió la elástica verdiblanca durante dos temporadas y en ambas fue un jugador importante; disputó 65 partidos, fue titular en 50 ocasiones, y logró 2 goles, aunque el último año en Santander acabó con mal sabor de boca por el descenso a Segunda División.
Después de 12 temporadas consecutivas en la élite del fútbol español, Manjarín decidió que era el momento de buscar nuevas aventuras y se marchó a México. Jugó en el Atlético Celaya y en el Club Santos Laguna, pero volvió a España para acabar su carrera futbolística en el Arteixo, un club de La Coruña que militaba entonces en Segunda B.
Al término de la temporada 04-05, con 35 años, decidió colgar las botas. Sin embargo nunca dejó del todo el fútbol, en los últimos años ha formado parte del equipo de Liga Indoor para veteranos del Deportivo de la Coruña.
Con la selección española
Igual que le sucedió a Emilio Amavisca, Manjarín tuvo que esperar paciente su turno en la selección española absoluta y su etapa como internacional fue más bien corta. Internacional sub 20 y sub 21, el gijonés logró la internacionalidad absoluta el 6 de septiembre de 1995, en un encuentro de la fase de clasificación para la Eurocopa ante Chipre. Salió en el minuto 77 en sustitución de Julen Guerrero.
Fue un jugador habitual en las convocatorias del seleccionador vasco hasta 1997 y formó parte de la selección que disputó la Eurocopa de Inglaterra en 1996. En total, Manjarín fue internacional en 13 ocasiones, anotó dos goles y puede presumir de que, con él en el campo, España no perdió ningún partido (9 victorias y 4 empates).
Como muchos futbolistas gijoneses, Manjarín descubrió la pasión por este deporte en el colegio la Inmaculada. Con 15 años ya destacaba sobre los demás niños de su edad y entró a formar parte de la Escuela de Fútbol de Mareo. A base de trabajo y talento se hizo un hueco en el filial rojiblanco, donde compartió vestuario con otras perlas de Mareo como Abelardo, Luis Enrique o Juanele, y esperó su momento en el primer equipo.
García Cuervo supo ver la calidad del atacante gijonés y le abrió las puertas del primer equipo en el curso 89-90. Manjarín debutó en Primera División el 8 de octubre de 1989 con 19 años, ante el Athletic de Bilbao en El Molinón. Dejó tan buena imagen, que desde entonces fue uno más del primer equipo rojiblanco. En su primer año en la élite participó en 29 encuentros y logró cuatro goles.
La temporada 90-91 fue la de su consagración en el Sporting de Gijón. Desde el inicio de la temporada fue un jugador básico en los esquemas de García Cuervo y Ciriaco Cano, que llegó al banquillo gijonés en la jornada 13. La línea de ataque que formaban Luis Enrique y Manjarín le dio al Sporting goles y triunfos que le valieron la quinta posición en la tabla a final de temporada y la clasificación para la Copa de la UEFA.
El final de temporada no fue precisamente alegre para Manjarín. En el derbi ante el Oviedo del 19 de mayo sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha que le obligó a pasar por el quirófano y le mantuvo ocho meses de baja. Se perdió el inicio de la temporada 91-92, pero eso no le impidió recuperar su sitio en el equipo a su regreso en enero. Acabó participando en 19 partidos- 17 como titular- y se ganó el billete para los Juegos Olímpicos de Barcelona.
La suerte se le volvió en contra durante la concentración previa al torneo olímpico: Sufrió una rotura fibrilar a pocos días del debut ante Colombia y se tuvo que conformar con ver como España conquistaba la medalla de oro desde fuera. No tuvo minutos en toda la competición, aunque eso no impide que figure en la historia como uno de los héroes del oro de Barcelona 92.
Con el gran sabor de boca que dejó la medalla dorada, Manjarín regresó al Sporting dispuesto a recuperar los minutos perdidos el curso anterior. Y lo cumplió; sólo se perdió tres partidos en toda la temporada, fue titular en 33 encuentros y anotó seis goles. Javier Manjarín había pasado de promesa a perla codiciada del equipo rojiblanco, por lo que no tardaron en llegar las ofertas por el atacante gijonés. El club, en una delicada situación económica, no tuvo más remedido que aceptar la que presentó el Deportivo de la Coruña: 250 millones de pesetas y un partido de pretemporada ante el Sporting.
En La Coruña, Manjarín formó parte del histórico SúperDepor y logró sus primeros títulos a nivel de clubes, todo ello regado con una participación habitual y formando parte de los onces iniciales. En la temporada 93-94 le costó abrirse paso y sólo fue titular en 20 de los 31 partidos que disputó, anotó 4 goles y vivió desde el terreno de juego como Djukic fallaba el famoso penalti que dejó al Dépor sin Liga.
Las cosas salieron mejor en la campaña 94-95, tanto en el plano grupal como a nivel individual. Manjarín jugó 48 partidos entre Liga, Copa y Champions y vio portería en nueve ocasiones. El tanto más especial lo logró el 25 de junio de 1995 y sirvió para poner en ventaja al equipo blanquiazul en la final de la Copa del Rey ante Valencia. Una final que el Deportivo acabaría ganando por 2-1.
Fue el primer trofeo a nivel de clubes que lograba Manjarín, aunque pocos meses después llegaba el segundo, la Supercopa de España. El Deportivo ganó 3-0 al Real Madrid en el partido de ida y, en la vuelta, logró un 1-2 en el Santiago Bernabéu. El atacante gijonés fue el encargado de anotar el 1-1 en el minuto 81, después de que Hierro adelantara al equipo blanco. Comenzaba bien la temporada para Manjarín y terminaría con unas cifras sobresalientes: 50 partidos, 43 titularidades y 9 goles.
En unos números similares se movió durante el curso 96-97, aunque con menos presencia en el once inicial, pero fue en la temporada 97-98 cuando volvió a sufrir un nuevo revés en forma de lesión. El 16 de noviembre se tuvo que retirar antes de tiempo en el choque contra el Espanyol por problemas en la rodilla derecha, la misma que le habían operado en 1991. Como los problemas no remitían tuvo que pasar otra vez por el quirófano y se perdió lo que restaba de temporada.
Cuando estuvo en condiciones de volver a vestirse de corto se encontró con que el Deportivo le había relegado al banquillo. En la temporada 98-99 jugó 18 partidos, pero sólo fue titular en dos ocasiones y decidió cambiar de aires en busca de minutos y oportunidades. No se marchó del norte de España, pues cambió La Coruña por Santander y se enroló en las filas del Racing. Vistió la elástica verdiblanca durante dos temporadas y en ambas fue un jugador importante; disputó 65 partidos, fue titular en 50 ocasiones, y logró 2 goles, aunque el último año en Santander acabó con mal sabor de boca por el descenso a Segunda División.
Después de 12 temporadas consecutivas en la élite del fútbol español, Manjarín decidió que era el momento de buscar nuevas aventuras y se marchó a México. Jugó en el Atlético Celaya y en el Club Santos Laguna, pero volvió a España para acabar su carrera futbolística en el Arteixo, un club de La Coruña que militaba entonces en Segunda B.
Al término de la temporada 04-05, con 35 años, decidió colgar las botas. Sin embargo nunca dejó del todo el fútbol, en los últimos años ha formado parte del equipo de Liga Indoor para veteranos del Deportivo de la Coruña.
Con la selección española
Igual que le sucedió a Emilio Amavisca, Manjarín tuvo que esperar paciente su turno en la selección española absoluta y su etapa como internacional fue más bien corta. Internacional sub 20 y sub 21, el gijonés logró la internacionalidad absoluta el 6 de septiembre de 1995, en un encuentro de la fase de clasificación para la Eurocopa ante Chipre. Salió en el minuto 77 en sustitución de Julen Guerrero.
Fue un jugador habitual en las convocatorias del seleccionador vasco hasta 1997 y formó parte de la selección que disputó la Eurocopa de Inglaterra en 1996. En total, Manjarín fue internacional en 13 ocasiones, anotó dos goles y puede presumir de que, con él en el campo, España no perdió ningún partido (9 victorias y 4 empates).