Pep Guardiola, el virtuoso de la orquesta
Josep Guardiola Sala, conocido comúnmente como Pep Guardiola, vino al mundo el 18 de enero de 1971 en la localidad catalana de Santpedor. Jugaba como mediocentro, fue el cerebro del Barcelona y de la selección española durante una década y lideró el combinado olímpico que conquistó la medalla de oro en los Juegos de Barcelona 92.
Pep Guardiola fue un líder nato sobre el césped y mostró dotes de mando desde muy joven. Como futbolista era "distinguido, elegante, talentoso, comprometido, inteligente... Estos son sólo algunos de los muchos adjetivos que se pueden aplicar a este excelente mediocentro, el cuatro perfecto en los esquemas de Johan Cruyff, el hombre que se colocaba por delante de la defensa y comenzaba a distribuir el juego con criterio. Solía tocar el balón de primera, pero si resultaba necesario era capaz de controlar el tempo del partido escondiendo la bola y enfriando el ritmo del choque. Siempre jugaba con la cabeza levantada y rara era la vez que no se convertía en el dueño del partido. Su frágil apariencia escondía uno de los jugadores con mayor personalidad de la historia del fútbol español", escribe Ángel Iturriaga en el Diccionario de jugadores de la Selección española de fútbol.
El fútbol corrió por las venas de Guardiola prácticamente desde que nació. En 1984, con 13 años, se incorporó al equipo infantil del Fútbol Club Barcelona y fue quemando etapas rápidamente. A los 18 años ya era una pieza fundamental en el Barça Athlétic, el segundo equipo azulgrana. Sólo era cuestión de tiempo que el espigado mediocentro derribara la puerta del primer equipo.
Ese momento llegó el 16 de diciembre de 1990. Guillermo Amor no podía jugar contra el Cádiz en el Camp Nou en la 15ª jornada por sanción y Johan Cruyff le dio la batuta en el centro del campo culé al joven Pep Guardiola, que debutó con la camiseta azulgrana como de titular. En la temporada 90-91, el medio catalán disputó otros tres partidos y de forma consecutiva, pues formó parte del once inicial en las jornadas 30, 31 y 32. El resto del tiempo lo empleó en ayudar a que el Barça Athlétic regresara a Segunda División, objetivo que se cumplió.
Guardiola volvió a compaginar filial y primer equipo en los inicios de la temporada 91-92, pero el segundo equipo comenzaba a quedársele pequeño y Cruyff encontró la forma de hacerle un hueco en su esquema. Aquella sería una campaña inolvidable para Pep; debutó en la Champions League, fue una pieza clave en el tramo más decisivo de la temporada y colaboró en lograr dos títulos: la Liga y la Copa de Europa. En su palmarés ya figuraba la Liga de 1991 y la Supercopa de España, una hoja de servicios envidiable para un jugador que apenas llevaba dos años como profesional. Ese año disputó 48 encuentros, todos como titular.
Ese verano Vicente Miera llamó a Pep Guardiola para formar parte de la selección española que disputaría los Juegos Olímpicos de Barcelona y desde el primer día le otorgó el mando del combinado nacional. Y Guardiola cumplió con creces su papel; hasta el punto de que el día en que él fallaba, el rendimiento global de la selección decaía. El mediocentro catalán fue titular en los seis encuentros, marcó el primer gol del choque ante Colombia y sólo fue sustituido en dos ocasiones. Su aportación fue clave en la consecución de la preciada medalla de oro.
En las temporadas sucesivas Pep Guardiola se erigió en el timonel ideal para gobernar al Dream Team. Con el 4 a la espalda, el mediocentro catalán acumuló minutos, nuevas experiencias y títulos. Cada verano las ofertas para contratar al futbolista de Santpedor arribaban al club azulgrana, pero Guardiola se mantuvo fiel. En el verano de 1997, tras unas semanas de intriga por el futuro de Guardiola, el Barça se encargó de blindar a su gran talento. Le renovó por cuatro temporadas más y subió su cláusula de rescisión a 15.000 millones de pesetas, la más alta de la plantilla.
El único hándicap a su imparable trayectoria llegó en la temporada 97-98 en forma de lesión. En agosto comenzó a notar molestias en la columna vertebral que le tuvieron un mes y medio alejado de los terrenos de juego y, tras reaparecer en la Champions League ante el PSG, volvió a recaer. Cuando los problemas en la espalda parecían remitir, llegaron las lesiones musculares. En marzo sufrió un desgarro en el bíceps femoral durante un entrenamiento y continuó en el dique seco todo lo que restaba de temporada.
En junio de 1998, tras un calvario de lesiones musculares y problemas físicos, decidió acudir a la vía quirúrgica y fue operado para tratar de reparar los maltrechos isquiotibiales de la pierna izquierda, supuesto origen de todos los males del mediocentro catalán. Guardiola comenzó a ver la luz al final del túnel en diciembre de ese mismo año. El 5 de diciembre tuvo sus primeros minutos de la temporada ante el Deportivo de la Coruña en Riazor, después de 319 días sin vestirse de corto. Poco a poco Guardiola volvió a ser el mediocentro organizador de siempre y una pieza básica tanto en el Barcelona, como en la selección española.
Al término de la temporada 00-01, después de dos años de sequía azulgrana, Pep Guardiola decidió cambiar de aires y buscar nuevos retos lejos del Camp Nou y de la liga española. El 24 de junio de 2001 el Celta de Vigo dejó al Barcelona sin final de la Copa del Rey, un partido que sirvió de despedida al icono futbolístico de los grandes momentos, al cerebro del Dream Team. Fue el último encuentro de Guardiola con la camiseta azulgrana. Claro que la noticia de su marcha ya se conocía desde el 11 de abril cuando convocó una rueda de prensa en el Camp Nou para anunciar que se iba de Can Barça a final de curso.
Guardiola dejaba tras de sí el 4 del Barcelona, el brazalete de capitán y una estela impresionante: 17 temporadas consecutivas como azulgrana, cerca de 400 partidos disputados y un palmarés digno de los grandes ases del fútbol: seis Ligas, dos Copas del Rey, 4 Supercopas de España, una Copa de Europa (1992), dos Supercopas de Europa y una Recopa.
Su siguiente destino estaba en Italia, concretamente en el Brescia Calcio. Debutó con el conjunto biancoazzurri el 14 de octubre de 2001, frente al Chievo. Sin embargo, la toma de contacto de Pep con el fútbol italiano fue más amarga de lo esperado. Un mes y medio después de su estreno con el Brescia explotó la bomba cuando trascendió que Guardiola había dado positivo por consumo de nandrolona, en dos ocasiones además. El jugador catalán, que fue suspendido durante cuatro meses, siempre defendió que nunca había tomado sustancias prohibidas.
El futbolista de Santpedor inició una dura batalla en los tribunales para limpiar su nombre. Mientras la justicia tomaba cartas en el asunto, Guardiola continuó a lo suyo, que era la práctica del fútbol. Fichó por la AS Roma en la temporada 02-03, pero apenas jugó cuatro partidos, por lo que se desvinculó del club romano y regresó al Brescia. Tras la aventura italiana, Guardiola terminó su carrera como futbolista profesional en Qatar, jugando para el Al-Ahili, y México, como jugador del Dorados de Sinaloa.
Con la selección española
Pep Guardiola debutó con el combinado nacional tras los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. El 14 de octubre de ese mismo año, Javier Clemente le dio sus primeros minutos como internacional absoluto en un partido de clasificación para el Mundial de Estados Unidos frente a Irlanda del Norte. Desde entonces, el medio catalán fue una pieza indiscutible con el equipo español durante casi una década. Participó en la Copa del Mundo de 1994 y en la Eurocopa del 2000, aunque no pudo acudir a los Mundiales de 1998 y 2002 por lesión.
El 14 de noviembre de 2001, ya como jugador del Brescia, se despidió de la selección española en un amistoso frente a México. En total, Pep Guardiola fue internacional con España en 47 ocasiones y logró 5 goles.
Pep Guardiola fue un líder nato sobre el césped y mostró dotes de mando desde muy joven. Como futbolista era "distinguido, elegante, talentoso, comprometido, inteligente... Estos son sólo algunos de los muchos adjetivos que se pueden aplicar a este excelente mediocentro, el cuatro perfecto en los esquemas de Johan Cruyff, el hombre que se colocaba por delante de la defensa y comenzaba a distribuir el juego con criterio. Solía tocar el balón de primera, pero si resultaba necesario era capaz de controlar el tempo del partido escondiendo la bola y enfriando el ritmo del choque. Siempre jugaba con la cabeza levantada y rara era la vez que no se convertía en el dueño del partido. Su frágil apariencia escondía uno de los jugadores con mayor personalidad de la historia del fútbol español", escribe Ángel Iturriaga en el Diccionario de jugadores de la Selección española de fútbol.
El fútbol corrió por las venas de Guardiola prácticamente desde que nació. En 1984, con 13 años, se incorporó al equipo infantil del Fútbol Club Barcelona y fue quemando etapas rápidamente. A los 18 años ya era una pieza fundamental en el Barça Athlétic, el segundo equipo azulgrana. Sólo era cuestión de tiempo que el espigado mediocentro derribara la puerta del primer equipo.
Ese momento llegó el 16 de diciembre de 1990. Guillermo Amor no podía jugar contra el Cádiz en el Camp Nou en la 15ª jornada por sanción y Johan Cruyff le dio la batuta en el centro del campo culé al joven Pep Guardiola, que debutó con la camiseta azulgrana como de titular. En la temporada 90-91, el medio catalán disputó otros tres partidos y de forma consecutiva, pues formó parte del once inicial en las jornadas 30, 31 y 32. El resto del tiempo lo empleó en ayudar a que el Barça Athlétic regresara a Segunda División, objetivo que se cumplió.
Guardiola volvió a compaginar filial y primer equipo en los inicios de la temporada 91-92, pero el segundo equipo comenzaba a quedársele pequeño y Cruyff encontró la forma de hacerle un hueco en su esquema. Aquella sería una campaña inolvidable para Pep; debutó en la Champions League, fue una pieza clave en el tramo más decisivo de la temporada y colaboró en lograr dos títulos: la Liga y la Copa de Europa. En su palmarés ya figuraba la Liga de 1991 y la Supercopa de España, una hoja de servicios envidiable para un jugador que apenas llevaba dos años como profesional. Ese año disputó 48 encuentros, todos como titular.
Ese verano Vicente Miera llamó a Pep Guardiola para formar parte de la selección española que disputaría los Juegos Olímpicos de Barcelona y desde el primer día le otorgó el mando del combinado nacional. Y Guardiola cumplió con creces su papel; hasta el punto de que el día en que él fallaba, el rendimiento global de la selección decaía. El mediocentro catalán fue titular en los seis encuentros, marcó el primer gol del choque ante Colombia y sólo fue sustituido en dos ocasiones. Su aportación fue clave en la consecución de la preciada medalla de oro.
En las temporadas sucesivas Pep Guardiola se erigió en el timonel ideal para gobernar al Dream Team. Con el 4 a la espalda, el mediocentro catalán acumuló minutos, nuevas experiencias y títulos. Cada verano las ofertas para contratar al futbolista de Santpedor arribaban al club azulgrana, pero Guardiola se mantuvo fiel. En el verano de 1997, tras unas semanas de intriga por el futuro de Guardiola, el Barça se encargó de blindar a su gran talento. Le renovó por cuatro temporadas más y subió su cláusula de rescisión a 15.000 millones de pesetas, la más alta de la plantilla.
El único hándicap a su imparable trayectoria llegó en la temporada 97-98 en forma de lesión. En agosto comenzó a notar molestias en la columna vertebral que le tuvieron un mes y medio alejado de los terrenos de juego y, tras reaparecer en la Champions League ante el PSG, volvió a recaer. Cuando los problemas en la espalda parecían remitir, llegaron las lesiones musculares. En marzo sufrió un desgarro en el bíceps femoral durante un entrenamiento y continuó en el dique seco todo lo que restaba de temporada.
En junio de 1998, tras un calvario de lesiones musculares y problemas físicos, decidió acudir a la vía quirúrgica y fue operado para tratar de reparar los maltrechos isquiotibiales de la pierna izquierda, supuesto origen de todos los males del mediocentro catalán. Guardiola comenzó a ver la luz al final del túnel en diciembre de ese mismo año. El 5 de diciembre tuvo sus primeros minutos de la temporada ante el Deportivo de la Coruña en Riazor, después de 319 días sin vestirse de corto. Poco a poco Guardiola volvió a ser el mediocentro organizador de siempre y una pieza básica tanto en el Barcelona, como en la selección española.
Al término de la temporada 00-01, después de dos años de sequía azulgrana, Pep Guardiola decidió cambiar de aires y buscar nuevos retos lejos del Camp Nou y de la liga española. El 24 de junio de 2001 el Celta de Vigo dejó al Barcelona sin final de la Copa del Rey, un partido que sirvió de despedida al icono futbolístico de los grandes momentos, al cerebro del Dream Team. Fue el último encuentro de Guardiola con la camiseta azulgrana. Claro que la noticia de su marcha ya se conocía desde el 11 de abril cuando convocó una rueda de prensa en el Camp Nou para anunciar que se iba de Can Barça a final de curso.
Guardiola dejaba tras de sí el 4 del Barcelona, el brazalete de capitán y una estela impresionante: 17 temporadas consecutivas como azulgrana, cerca de 400 partidos disputados y un palmarés digno de los grandes ases del fútbol: seis Ligas, dos Copas del Rey, 4 Supercopas de España, una Copa de Europa (1992), dos Supercopas de Europa y una Recopa.
Su siguiente destino estaba en Italia, concretamente en el Brescia Calcio. Debutó con el conjunto biancoazzurri el 14 de octubre de 2001, frente al Chievo. Sin embargo, la toma de contacto de Pep con el fútbol italiano fue más amarga de lo esperado. Un mes y medio después de su estreno con el Brescia explotó la bomba cuando trascendió que Guardiola había dado positivo por consumo de nandrolona, en dos ocasiones además. El jugador catalán, que fue suspendido durante cuatro meses, siempre defendió que nunca había tomado sustancias prohibidas.
El futbolista de Santpedor inició una dura batalla en los tribunales para limpiar su nombre. Mientras la justicia tomaba cartas en el asunto, Guardiola continuó a lo suyo, que era la práctica del fútbol. Fichó por la AS Roma en la temporada 02-03, pero apenas jugó cuatro partidos, por lo que se desvinculó del club romano y regresó al Brescia. Tras la aventura italiana, Guardiola terminó su carrera como futbolista profesional en Qatar, jugando para el Al-Ahili, y México, como jugador del Dorados de Sinaloa.
Con la selección española
Pep Guardiola debutó con el combinado nacional tras los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. El 14 de octubre de ese mismo año, Javier Clemente le dio sus primeros minutos como internacional absoluto en un partido de clasificación para el Mundial de Estados Unidos frente a Irlanda del Norte. Desde entonces, el medio catalán fue una pieza indiscutible con el equipo español durante casi una década. Participó en la Copa del Mundo de 1994 y en la Eurocopa del 2000, aunque no pudo acudir a los Mundiales de 1998 y 2002 por lesión.
El 14 de noviembre de 2001, ya como jugador del Brescia, se despidió de la selección española en un amistoso frente a México. En total, Pep Guardiola fue internacional con España en 47 ocasiones y logró 5 goles.
Como técnico
En 2007 Guardiola dio el salto del centro del campo al área técnica e inició su carrera como entrenador donde había empezado la futbolística, en el Barcelona. Laporta le dio la oportunidad de entrenar al filial del equipo culé y Pep Guardiola no la desprovechó. El técnico catalán tenía, además, otro motivo para estar feliz: el 24 de octubre el Tribunal de Apelación de Italia le declaró inocente de su positivo por dopaje en 2001. Una página negra de su inmaculada trayectoria deportiva quedaba así cerrada para siempre.
Esta temporada Pep consiguió su primer éxito en los banquillos con el ascenso del Barça Athlétic a Segunda División B. No tuvo tiempo para asimilar el logro pues antes de acabar la temporada Joan Laporta le escogió para dirigir al primer equipo azulgrana en sustitución de Frank Rijkaard. La misión tenía una trascendencia enorme, pues el Barcelona arrastraba una época de vacas flacas y no había logrado ningún título desde el 2006.
Guardiola provocó la mayor revolución futbolística en el Barça. Con una férrea apuesta por la cantera y un fútbol de toque, tan brillante como eficaz, el técnico de Santpedor lanzó al Barcelona al olimpo del fútbol. En su primer año como entrenador culé lo ganó absolutamente todo: la Liga, la Copa del Rey y la Champions League, y amplió el triplete el curso siguiente con la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. El 2009 fue sin lugar a dudas el gran año del Barcelona de los Leo Messi, Xavi, Iniesta, Puyol, Valdés, Henry, Eto'o y Pep Guardiola.
Superar ese hito era imposible pero aún así el Barcelona no perdió la ambición y Guardiola prorrogó su leyenda como culé. En las tres temporadas siguientes el combinado azulgrana logró dos Ligas, una Copa del Rey, dos Supercopas de España, una Champions, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes. En cuanto a las distinciones individuales sobresale la designación como mejor entrenador del mundo en 2011, durante la Gala del Balón de Oro.
El 26 de mayo de 2012, después de 247 partidos, 179 triunfos y 14 títulos, Pep Guardiola se despedía del Camp Nou en la fiesta de celebración de los tres títulos cosechados esta campaña. El de Santpedor quería nuevos retos.
Tras un año sabático alejado de los banquillos, Pep Guardiola se hizo cargo del banquillo del Bayern de Múnich tras la retirada de Jupp Heynckes. Con el equipo bábaro volvió a hacer historia. En su primer año, el técnico catalán y el Bayern conquistaron la Supercopa de Europa, el Mundial de Clubes, la Bundesliga y la Copa de Alemania. Esta temporada, la segunda de Guardiola en Múnich, el equipo alemán se ha proclamado de nuevo campeón de la Bundesliga.
En 2007 Guardiola dio el salto del centro del campo al área técnica e inició su carrera como entrenador donde había empezado la futbolística, en el Barcelona. Laporta le dio la oportunidad de entrenar al filial del equipo culé y Pep Guardiola no la desprovechó. El técnico catalán tenía, además, otro motivo para estar feliz: el 24 de octubre el Tribunal de Apelación de Italia le declaró inocente de su positivo por dopaje en 2001. Una página negra de su inmaculada trayectoria deportiva quedaba así cerrada para siempre.
Esta temporada Pep consiguió su primer éxito en los banquillos con el ascenso del Barça Athlétic a Segunda División B. No tuvo tiempo para asimilar el logro pues antes de acabar la temporada Joan Laporta le escogió para dirigir al primer equipo azulgrana en sustitución de Frank Rijkaard. La misión tenía una trascendencia enorme, pues el Barcelona arrastraba una época de vacas flacas y no había logrado ningún título desde el 2006.
Guardiola provocó la mayor revolución futbolística en el Barça. Con una férrea apuesta por la cantera y un fútbol de toque, tan brillante como eficaz, el técnico de Santpedor lanzó al Barcelona al olimpo del fútbol. En su primer año como entrenador culé lo ganó absolutamente todo: la Liga, la Copa del Rey y la Champions League, y amplió el triplete el curso siguiente con la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. El 2009 fue sin lugar a dudas el gran año del Barcelona de los Leo Messi, Xavi, Iniesta, Puyol, Valdés, Henry, Eto'o y Pep Guardiola.
Superar ese hito era imposible pero aún así el Barcelona no perdió la ambición y Guardiola prorrogó su leyenda como culé. En las tres temporadas siguientes el combinado azulgrana logró dos Ligas, una Copa del Rey, dos Supercopas de España, una Champions, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes. En cuanto a las distinciones individuales sobresale la designación como mejor entrenador del mundo en 2011, durante la Gala del Balón de Oro.
El 26 de mayo de 2012, después de 247 partidos, 179 triunfos y 14 títulos, Pep Guardiola se despedía del Camp Nou en la fiesta de celebración de los tres títulos cosechados esta campaña. El de Santpedor quería nuevos retos.
Tras un año sabático alejado de los banquillos, Pep Guardiola se hizo cargo del banquillo del Bayern de Múnich tras la retirada de Jupp Heynckes. Con el equipo bábaro volvió a hacer historia. En su primer año, el técnico catalán y el Bayern conquistaron la Supercopa de Europa, el Mundial de Clubes, la Bundesliga y la Copa de Alemania. Esta temporada, la segunda de Guardiola en Múnich, el equipo alemán se ha proclamado de nuevo campeón de la Bundesliga.