Billabona, la sencillez personificada
David Billabona Etxaleku, conocido como Billabona en el mundo del fútbol, nació en Irún el 5 de diciembre de 1969. Fue un futbolista con una carrera intensa aunque corta, pues las lesiones le impidieron alargar su trayectoria sobre los terrenos de juego. Jugaba como mediocentro y defendió los colores de la Real Sociedad, el Athletic de Bilbao y el Racing de Santander. Una de las peculiaridades de su trayectoria es que, desde la incorporación al primer equipo txuri- urdin, nunca bajó de Primera División. Cristina Cubero escribió en Mundo Deportivo que Billabona "era noble, sencillo, directo y buen futbolista".
Billabona fue una de las grandes promesas del fútbol vasco de finales de los años 80. Se formó en la cantera de la Real Sociedad y, con 17 años, debutó con el primer equipo y en Primera División. Fue el 6 de junio de 1987 ante el Murcia en la última jornada del campeonato liguero. Durante las dos siguientes campañas compaginó el filial txuri-urdin con apariciones esporádicas en el primer equipo y participó en varios encuentros con la selección española en categorías sub 19 y sub 20. En la temporada 89-90 se incorporó definitivamente al primer equipo de la Real Sociedad. En su primer año como profesional disputó 35 partidos, 33 como titular, y marcó su primer gol en Primera División- en la jornada 2 frente al Zaragoza.
Su gran rendimiento no tardó en suscitar el interés de otros equipos y en el verano de 1990 el Athletic de Bilbao incorporó a su plantilla al prometedor centrocampista. Debutó con el conjunto rojiblanco el 2 de septiembre frente al Tenerife en la primera jornada de la Liga 90-91 y se convirtió en uno de los pilares del equipo. Sus estadísticas disminuyeron ligeramente durante el curso 91-92, pero eso no impidió que formara parte de la lista de jugadores convocados por Vicente Miera para los Juegos Olímpicos de Barcelona.
En el torneo olímpico tuvo un papel secundario: se enfundó la camiseta de España para disputar los últimos 7 minutos del segundo partido de la fase de grupos, ante Egipto y volvió a desempeñar el papel de 'jugador refresco' contra Qatar, pero después tuvo que conformarse con ver desde el banquillo como la selección española derrotaba a cuantos rivales le salían al paso. A pesar de ello, Billabona aportó su grano de arena a la consecución de la medalla de oro, el primer- y único- título de su carrera.
Contrariamente a lo que se podría esperar, la participación en los Juegos Olímpicos no aumentó el caché de David Billabona y al regreso de Barcelona se encontró con las puertas del Athletic prácticamente cerradas tras la llegada de Jupp Heynckes al banquillo. El técnico alemán apenas le dio oportunidades al mediocentro vasco y únicamente jugó cuatro encuentros en todo el curso.
Tras pasarse la temporada 92-93 prácticamente en blanco, Billabona tenía claro que quería cambiar de aires. Durante el verano de 1993 el Rayo Vallecano estuvo a punto de conseguir el fichaje del jugador vasco, pero no fructificó y tuvo que esperar al mercado invernal. Durante ese tiempo, Billabona entrenó con el Athletic, pero rehusó tener minutos con el equipo rojiblanco, una estrategia con la que trataba de forzar su traspaso. Aquel acto de rebeldía cabreó a Heynckes, que incluso llegó a decir de él: "¿Ustedes creen que ahora alguien tiene interés en este jugador?".
Alguien sí lo tuvo, el Racing de Santander, que consiguió la cesión de David Billabona en diciembre de ese mismo año. En el equipo cántabro volvió a sentirse futbolista y sólo se perdió un partido en todo lo que restaba de campaña. Disputó 17 partidos, 16 de ellos como titular, y marcó un gol. Durante las tres siguientes temporadas fue un jugador indiscutible en el centro del campo racinguista e incluso mejoró su faceta anotadora, llegando a marcar diez goles en dos campañas, todo un récord en su trayectoria.
Sin embargo, la suerte se le volvió en contra a partir de la temporada 97-98. Desde ese curso, hasta su retirada en el año 2000, apenas pudo disfrutar del fútbol y únicamente participó en una docena de partidos. Las lesiones fueron su peor calvario y le sentenciaron a colgar las botas. En esos cuatro años encadenó tres fibrosis en el recto anterior de la pierna izquierda y la rotura de la cápsula y el abductor del dedo gordo del pie derecho, la gota de derramó el vaso. Con 30 años dejó los terrenos de juego y cambió radicalmente de vida.
David Billabona apostó por una retirada al estilo ermitaño. Desde que colgó las botas se alejó completamente de los focos mediáticos y ahora vive con su familia en el pequeño pueblo de Hoz de Jaca, situado a medio camino entre Jaca y las estaciones de esquí de Panticosa y Formigal. La sencillez que mostró como futbolista la mantiene lejos del mundo del balompié; vive sin lujos, por que el mayor lujo es levantarse cada mañana y contemplar un paisaje de postal por la ventana.
Billabona fue una de las grandes promesas del fútbol vasco de finales de los años 80. Se formó en la cantera de la Real Sociedad y, con 17 años, debutó con el primer equipo y en Primera División. Fue el 6 de junio de 1987 ante el Murcia en la última jornada del campeonato liguero. Durante las dos siguientes campañas compaginó el filial txuri-urdin con apariciones esporádicas en el primer equipo y participó en varios encuentros con la selección española en categorías sub 19 y sub 20. En la temporada 89-90 se incorporó definitivamente al primer equipo de la Real Sociedad. En su primer año como profesional disputó 35 partidos, 33 como titular, y marcó su primer gol en Primera División- en la jornada 2 frente al Zaragoza.
Su gran rendimiento no tardó en suscitar el interés de otros equipos y en el verano de 1990 el Athletic de Bilbao incorporó a su plantilla al prometedor centrocampista. Debutó con el conjunto rojiblanco el 2 de septiembre frente al Tenerife en la primera jornada de la Liga 90-91 y se convirtió en uno de los pilares del equipo. Sus estadísticas disminuyeron ligeramente durante el curso 91-92, pero eso no impidió que formara parte de la lista de jugadores convocados por Vicente Miera para los Juegos Olímpicos de Barcelona.
En el torneo olímpico tuvo un papel secundario: se enfundó la camiseta de España para disputar los últimos 7 minutos del segundo partido de la fase de grupos, ante Egipto y volvió a desempeñar el papel de 'jugador refresco' contra Qatar, pero después tuvo que conformarse con ver desde el banquillo como la selección española derrotaba a cuantos rivales le salían al paso. A pesar de ello, Billabona aportó su grano de arena a la consecución de la medalla de oro, el primer- y único- título de su carrera.
Contrariamente a lo que se podría esperar, la participación en los Juegos Olímpicos no aumentó el caché de David Billabona y al regreso de Barcelona se encontró con las puertas del Athletic prácticamente cerradas tras la llegada de Jupp Heynckes al banquillo. El técnico alemán apenas le dio oportunidades al mediocentro vasco y únicamente jugó cuatro encuentros en todo el curso.
Tras pasarse la temporada 92-93 prácticamente en blanco, Billabona tenía claro que quería cambiar de aires. Durante el verano de 1993 el Rayo Vallecano estuvo a punto de conseguir el fichaje del jugador vasco, pero no fructificó y tuvo que esperar al mercado invernal. Durante ese tiempo, Billabona entrenó con el Athletic, pero rehusó tener minutos con el equipo rojiblanco, una estrategia con la que trataba de forzar su traspaso. Aquel acto de rebeldía cabreó a Heynckes, que incluso llegó a decir de él: "¿Ustedes creen que ahora alguien tiene interés en este jugador?".
Alguien sí lo tuvo, el Racing de Santander, que consiguió la cesión de David Billabona en diciembre de ese mismo año. En el equipo cántabro volvió a sentirse futbolista y sólo se perdió un partido en todo lo que restaba de campaña. Disputó 17 partidos, 16 de ellos como titular, y marcó un gol. Durante las tres siguientes temporadas fue un jugador indiscutible en el centro del campo racinguista e incluso mejoró su faceta anotadora, llegando a marcar diez goles en dos campañas, todo un récord en su trayectoria.
Sin embargo, la suerte se le volvió en contra a partir de la temporada 97-98. Desde ese curso, hasta su retirada en el año 2000, apenas pudo disfrutar del fútbol y únicamente participó en una docena de partidos. Las lesiones fueron su peor calvario y le sentenciaron a colgar las botas. En esos cuatro años encadenó tres fibrosis en el recto anterior de la pierna izquierda y la rotura de la cápsula y el abductor del dedo gordo del pie derecho, la gota de derramó el vaso. Con 30 años dejó los terrenos de juego y cambió radicalmente de vida.
David Billabona apostó por una retirada al estilo ermitaño. Desde que colgó las botas se alejó completamente de los focos mediáticos y ahora vive con su familia en el pequeño pueblo de Hoz de Jaca, situado a medio camino entre Jaca y las estaciones de esquí de Panticosa y Formigal. La sencillez que mostró como futbolista la mantiene lejos del mundo del balompié; vive sin lujos, por que el mayor lujo es levantarse cada mañana y contemplar un paisaje de postal por la ventana.