Solozábal, el futbolista rebelde
Roberto Solozábal Villanueva nació en Madrid el 15 de septiembre de 1969. Este futbolista, que se desempeñaba como defensa central, vivió por y para el fútbol profesional durante casi dos décadas, pero acabó saturado de toda la parafernalia que rodeaba al fútbol ya en aquella época. Protagonizó varios enfrentamientos con los directivos por su carácter directo y reivindicativo. Como futbolista, "se caracterizó por su personalidad y regularidad. Ofrecía una salida limpia del balón y un buen juego aéreo" (Ángel Iturriaga).
Solozábal llegó al fútbol profesional de la mano del Atlético de Madrid. En la temporada 1989-90, Javier Clemente decidió incorporar al espigado central del Atlético Madrileño al primer equipo colchonero y le hizo debutar en Primera División el 2 de septiembre de 1989 ante el Valencia en Mestalla. Fue titular en las cinco primeras jornadas de liga, pero luego comenzó a aparecer de forma esporádica en las alineaciones del Atlético hasta que la destitución de Clemente y la llegada la banquillo de Joaquín Peiró le relegaron a un segundo plano.
Fue a partir del curso 90-91 cuando Solozábal se empezó a convertir en uno de los pilares del Atlético de Madrid. Tomislav Ivic, primero, y Luis Aragonés a partir de la temporada 91-92 depositaron total confianza en el central madrileño y fue un fijo en las alineaciones colchoneras. En 1991 debutó con la selección española absoluta, de la mano de Luis Suárez, en un partido amistoso contra Rumanía y, a pesar de la derrota (0-2), convenció a los técnicos de que tenía sitio en la Roja.
Cuando Vicente Miera le convocó para disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona en el verano de 1992, Solozábal ya había participado en cinco partidos con la absoluta, de ahí que se ganara el brazalete de capitán del combinado olímpico. Desde el primer partido ante Colombia fue el eje en el centro de la defensa del equipo hispano, jugó todos los partidos y marcó un gol frente a Egipto.
En los Juegos de Barcelona Solozábal protagonizó su primer rifirrafe con los mandamases del fútbol, lo que el central madrileño más detestaba de ese deporte. Después de colgarse la medalla de oro y en medio de la euforia general, el vestuario de la selección estaba repleto de directivos y altos cargos del fútbol. Roberto Solozábal quería intimidad y les soltó: "Salgan de aquí, tenemos que hacer los ejercicios de estiramiento", como relató José Miguélez en El País.
Fue sólo el primer acto de rebeldía del futbolista, pero no tardó en protagonizar el segundo. Solozábal cedió la prima de dos millones de pesetas que la Federación les había otorgado por ganar el oro a las categorías inferiores del Atlético de Madrid. Acorde a su rango de capitán, había sido el encargado- junto a Abelardo y Luis Enrique- de negociar las primas, pero la Federación nunca dio su brazo a torcer y se plantó en los dos millones, ganándose el rechazo de Solozábal. Cuando cobró la prima, se desentendió y cedió el dinero al fútbol base del club colchonero.
Tras los Juegos, continuó creciendo en el club de su vida, el Atlético de Madrid. Fue uno de los pilares del equipo que conquistó el doblete- Liga y Copa del Rey- en la temporada 95-96, con Radomir Antic en el banquillo. El técnico serbio fue su gran valedor ese año, hasta el punto de que influyó en la renovación del contrato de Solozábal, pero las cosas se torcieron unos meses después.
Ya había protagonizado varios desencuentros con el entonces presidente del Atlético Jesús Gil, la mayoría a causa de reivindicaciones de la plantilla. Solozábal no tenía pelos en la lengua y no le amedrentaba decirle a la cara a los dirigentes lo que no le gustaba. En más de una ocasión se enfrentó a Gil para reclamarle las nóminas atrasadas de la plantilla, por lo que se convirtió en el líder sindical del vestuario.
Aquella plantilla también tuvo sus más y sus menos con Radomir Antic. Tras finalizar la temporada 96-97, Solozábal pasó a formar parte de la lista negra del entrenador colchonero- de la que formaba parte otro mito como Simeone- y se vio obligado a abandonar el club de sus amores. Tras de sí dejó 231 partidos con la camiseta rojiblanca, 3 goles y cuatro títulos: una Liga y tres Copas del Rey.
El Betis que dirigía Luis Aragonés, uno de sus grandes protectores en el Atleti de principios de los 90, le ofreció la oportunidad de seguir en el fútbol de élite y Solozábal se embarcó en la empresa verdiblanca. Fue un jugador importante en la primera campaña en el Betis, pero volvió a chocar con un mandamás del fútbol: Manuel Ruiz de Lopera. En la temporada 99-00 lideró un motín de la plantilla contra el presidente verdiblanco por las deudas del club, lo que acabó por apartarle de la disciplina bética. Ese curso solo había disputado un partido y no volvió a defender el escudo del Betis.
En septiembre del año 2000 fue despedido por Lopera y, a pesar de iniciar un proceso judicial por considerarlo improcedente y discriminatorio, no hubo vuelta atrás. Un notable central de comienzos de los noventa y uno de los héroes de la selección en Barcelona 92, se despedía del fútbol por la puerta de atrás.
Roberto Solozábal quedó descontento con todo lo que el fútbol generaba fuera de los terrenos de juego y se alejó de los focos. Ahora se ha pasado al deporte extremo, como triatlón o bicicleta de montaña. Pero sigue siendo socio de su Atlético de Madrid y, cuando puede, acude al Vicente Calderón como un espectador más.
Con la selección española
Tras su debut con la Roja en 1991, Solozábal alcanzó las doce internacionalidades. Participó en las fases de clasificación para la Eurocopa de 1992- España no pudo participar- y el Mundial de 1994 y jugó su último encuentro con la selección el 8 de septiembre de 1993, en un amistoso frente a Chile.
Solozábal llegó al fútbol profesional de la mano del Atlético de Madrid. En la temporada 1989-90, Javier Clemente decidió incorporar al espigado central del Atlético Madrileño al primer equipo colchonero y le hizo debutar en Primera División el 2 de septiembre de 1989 ante el Valencia en Mestalla. Fue titular en las cinco primeras jornadas de liga, pero luego comenzó a aparecer de forma esporádica en las alineaciones del Atlético hasta que la destitución de Clemente y la llegada la banquillo de Joaquín Peiró le relegaron a un segundo plano.
Fue a partir del curso 90-91 cuando Solozábal se empezó a convertir en uno de los pilares del Atlético de Madrid. Tomislav Ivic, primero, y Luis Aragonés a partir de la temporada 91-92 depositaron total confianza en el central madrileño y fue un fijo en las alineaciones colchoneras. En 1991 debutó con la selección española absoluta, de la mano de Luis Suárez, en un partido amistoso contra Rumanía y, a pesar de la derrota (0-2), convenció a los técnicos de que tenía sitio en la Roja.
Cuando Vicente Miera le convocó para disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona en el verano de 1992, Solozábal ya había participado en cinco partidos con la absoluta, de ahí que se ganara el brazalete de capitán del combinado olímpico. Desde el primer partido ante Colombia fue el eje en el centro de la defensa del equipo hispano, jugó todos los partidos y marcó un gol frente a Egipto.
En los Juegos de Barcelona Solozábal protagonizó su primer rifirrafe con los mandamases del fútbol, lo que el central madrileño más detestaba de ese deporte. Después de colgarse la medalla de oro y en medio de la euforia general, el vestuario de la selección estaba repleto de directivos y altos cargos del fútbol. Roberto Solozábal quería intimidad y les soltó: "Salgan de aquí, tenemos que hacer los ejercicios de estiramiento", como relató José Miguélez en El País.
Fue sólo el primer acto de rebeldía del futbolista, pero no tardó en protagonizar el segundo. Solozábal cedió la prima de dos millones de pesetas que la Federación les había otorgado por ganar el oro a las categorías inferiores del Atlético de Madrid. Acorde a su rango de capitán, había sido el encargado- junto a Abelardo y Luis Enrique- de negociar las primas, pero la Federación nunca dio su brazo a torcer y se plantó en los dos millones, ganándose el rechazo de Solozábal. Cuando cobró la prima, se desentendió y cedió el dinero al fútbol base del club colchonero.
Tras los Juegos, continuó creciendo en el club de su vida, el Atlético de Madrid. Fue uno de los pilares del equipo que conquistó el doblete- Liga y Copa del Rey- en la temporada 95-96, con Radomir Antic en el banquillo. El técnico serbio fue su gran valedor ese año, hasta el punto de que influyó en la renovación del contrato de Solozábal, pero las cosas se torcieron unos meses después.
Ya había protagonizado varios desencuentros con el entonces presidente del Atlético Jesús Gil, la mayoría a causa de reivindicaciones de la plantilla. Solozábal no tenía pelos en la lengua y no le amedrentaba decirle a la cara a los dirigentes lo que no le gustaba. En más de una ocasión se enfrentó a Gil para reclamarle las nóminas atrasadas de la plantilla, por lo que se convirtió en el líder sindical del vestuario.
Aquella plantilla también tuvo sus más y sus menos con Radomir Antic. Tras finalizar la temporada 96-97, Solozábal pasó a formar parte de la lista negra del entrenador colchonero- de la que formaba parte otro mito como Simeone- y se vio obligado a abandonar el club de sus amores. Tras de sí dejó 231 partidos con la camiseta rojiblanca, 3 goles y cuatro títulos: una Liga y tres Copas del Rey.
El Betis que dirigía Luis Aragonés, uno de sus grandes protectores en el Atleti de principios de los 90, le ofreció la oportunidad de seguir en el fútbol de élite y Solozábal se embarcó en la empresa verdiblanca. Fue un jugador importante en la primera campaña en el Betis, pero volvió a chocar con un mandamás del fútbol: Manuel Ruiz de Lopera. En la temporada 99-00 lideró un motín de la plantilla contra el presidente verdiblanco por las deudas del club, lo que acabó por apartarle de la disciplina bética. Ese curso solo había disputado un partido y no volvió a defender el escudo del Betis.
En septiembre del año 2000 fue despedido por Lopera y, a pesar de iniciar un proceso judicial por considerarlo improcedente y discriminatorio, no hubo vuelta atrás. Un notable central de comienzos de los noventa y uno de los héroes de la selección en Barcelona 92, se despedía del fútbol por la puerta de atrás.
Roberto Solozábal quedó descontento con todo lo que el fútbol generaba fuera de los terrenos de juego y se alejó de los focos. Ahora se ha pasado al deporte extremo, como triatlón o bicicleta de montaña. Pero sigue siendo socio de su Atlético de Madrid y, cuando puede, acude al Vicente Calderón como un espectador más.
Con la selección española
Tras su debut con la Roja en 1991, Solozábal alcanzó las doce internacionalidades. Participó en las fases de clasificación para la Eurocopa de 1992- España no pudo participar- y el Mundial de 1994 y jugó su último encuentro con la selección el 8 de septiembre de 1993, en un amistoso frente a Chile.