Casi cuatro años después de su enfrentamiento en los Juegos de Amberes, las selecciones de España e Italia volvían a encontrare frente a frente en un escenario olímpico. El domingo 25 de mayo de 1924, a las tres y media de la tarde, españoles e italianos comparecían en el Stadium de Colombes para disputar la eliminatoria previa del torneo futbolístico.
Los dos contendientes fueron recibidos con los acordes de los himnos nacionales, a cargo de una banda de música, una de las grandes innovaciones de los Juegos de París 1924. Y en las alineaciones residió otro de los cambios con respecto a Amberes 1920. De aquel duelo en territorio belga solo repitieron en París Zamora y Vallana, por parte hispana, y Baloncieri, del lado italiano.
Tampoco el partido tuvo nada que ver. El equilibrio marcó la tónica del juego durante la primera parte, en la que se vivió un auténtico chaparrón, de lluvia y de ocasiones. El diario El Sol reflejaba que el duelo "tuvo una extraordinaria movilida: tan pronto era amenazada la meta de Zamora como la de De Pra".
Las ocasiones se sucedían, pero todas tenían el mismo desenlace: o acababan en las manos de los porteros o se perdían fuera de las líneas del terreno de juego. Pero al equipo español le faltaba fluidez en el juego de sus atacantes, que no acababan de conectar unos con otros. Italia avanzaba con facilidad hacia los dominios de Zamora, pero a la hora de rematar mostraban su principal talón de Aquiles.
El otro pero que las crónicas ponen a la selección italiana fue su excesiva dureza en el juego. "Percatados los italianos de la excelente buena voluntad del árbitro, hicieron un juego tan bonito como sucio: juegan bien, no hay porqué negarlo y la razón principal estuvo en que nuestros medios fracasaron de la manera más ruidosa", relata Rubryk en ABC.
Con el 0-0 se marcharon ambas selecciones al descanso y no por falta de oportunidades. España reclamó incluso un penalti por una mano en el área italiana, pero el árbitro Marcel Slawick no lo vio- o no lo quiso ver, opinión que sostiene una gran parte de los cronistas desplazados a París.
El segundo tiempo siguió un guión similar al principio, pero la cosa cambió en el minuto 55, cuando el árbitro decidió expulsar a Larraza. Explica Rubryk la acción: "Larraza derribó a un contrario (¡eran tan débiles!) y, ya este en el suelo, le sujeta por un pie; forcejea Larraza para desasirse, y el árbitro entiende aquello a su modo y manera: expulsa a Larraza". Della Vella, el otro protagonista de la jugada, no recibió castigo para frustración del público español.
Los dos contendientes fueron recibidos con los acordes de los himnos nacionales, a cargo de una banda de música, una de las grandes innovaciones de los Juegos de París 1924. Y en las alineaciones residió otro de los cambios con respecto a Amberes 1920. De aquel duelo en territorio belga solo repitieron en París Zamora y Vallana, por parte hispana, y Baloncieri, del lado italiano.
Tampoco el partido tuvo nada que ver. El equilibrio marcó la tónica del juego durante la primera parte, en la que se vivió un auténtico chaparrón, de lluvia y de ocasiones. El diario El Sol reflejaba que el duelo "tuvo una extraordinaria movilida: tan pronto era amenazada la meta de Zamora como la de De Pra".
Las ocasiones se sucedían, pero todas tenían el mismo desenlace: o acababan en las manos de los porteros o se perdían fuera de las líneas del terreno de juego. Pero al equipo español le faltaba fluidez en el juego de sus atacantes, que no acababan de conectar unos con otros. Italia avanzaba con facilidad hacia los dominios de Zamora, pero a la hora de rematar mostraban su principal talón de Aquiles.
El otro pero que las crónicas ponen a la selección italiana fue su excesiva dureza en el juego. "Percatados los italianos de la excelente buena voluntad del árbitro, hicieron un juego tan bonito como sucio: juegan bien, no hay porqué negarlo y la razón principal estuvo en que nuestros medios fracasaron de la manera más ruidosa", relata Rubryk en ABC.
Con el 0-0 se marcharon ambas selecciones al descanso y no por falta de oportunidades. España reclamó incluso un penalti por una mano en el área italiana, pero el árbitro Marcel Slawick no lo vio- o no lo quiso ver, opinión que sostiene una gran parte de los cronistas desplazados a París.
El segundo tiempo siguió un guión similar al principio, pero la cosa cambió en el minuto 55, cuando el árbitro decidió expulsar a Larraza. Explica Rubryk la acción: "Larraza derribó a un contrario (¡eran tan débiles!) y, ya este en el suelo, le sujeta por un pie; forcejea Larraza para desasirse, y el árbitro entiende aquello a su modo y manera: expulsa a Larraza". Della Vella, el otro protagonista de la jugada, no recibió castigo para frustración del público español.
Curiosamente la expulsión acabó por favorecer a la selección española. Gamborena ocupó el hueco de Larraza y Samitier retrasó su posición al centro del campo. Comenzó entonces el monólogo hispano en el Stadium de Colombes. "Nuestros 10 jugadores desarrollan su juego de primera, y medios y defensas cortan todo intento italiano, mientras que los cuatro adelantes hostilizan de continuo la meta de enfrente", escribió Fabra en el diario El Sol.
Y cuando todo hacia presagiar la cercanía del gol español, llegó la fatídica jugada. "En una escapada de los contrarios se produce un lío, ante la meta de los nuestros, y Vallana, queriendo salvar la situación, manda el balón a nuestra red", describe Rubryk. Era el minuto 82.
Apareció entonces la auténtica Furia española. Italia acabó encerrada en su área, pero se encargó de levantar un sólido muro en torno a De Pra. Ni por arriba, ni por abajo, pudieron derribarlo los atacantes españoles, que jugaron con más corazón que inteligencia y sin ningún tipo de organización.
Así quedó España apeada del torneo futbolístico, a las primeras de cambio y con un gol de esos que duelen. En los días siguientes se hablaría mucho de esa derrota y de las razones que llevaron a ella.
Ficha técnica
España: Zamora; Vallana, Pasarín; Larraza, Gamborena, Peña; Piera, Samitier, Monjardín, Carmelo, Aguirrezabala.
Italia: De Pra; Caligaris, Rosetta; Barbiere, Aliberti, Burlando; Conti, Baloncieri, Della Valle, Magnozzi, Levratto.
Goles: 1-0 Vallanta (p.p) (82').
Árbitro: Marcel Slawik (Francia). Expulsó a Larraza en el minuto 55.
Incidencias: Partido correspondiente a la ronda preliminar de los Juegos Olímpicos de París 1924. Disputado en el Stadium de Colombes ante unos 20.000 espectadores.
Y cuando todo hacia presagiar la cercanía del gol español, llegó la fatídica jugada. "En una escapada de los contrarios se produce un lío, ante la meta de los nuestros, y Vallana, queriendo salvar la situación, manda el balón a nuestra red", describe Rubryk. Era el minuto 82.
Apareció entonces la auténtica Furia española. Italia acabó encerrada en su área, pero se encargó de levantar un sólido muro en torno a De Pra. Ni por arriba, ni por abajo, pudieron derribarlo los atacantes españoles, que jugaron con más corazón que inteligencia y sin ningún tipo de organización.
Así quedó España apeada del torneo futbolístico, a las primeras de cambio y con un gol de esos que duelen. En los días siguientes se hablaría mucho de esa derrota y de las razones que llevaron a ella.
Ficha técnica
España: Zamora; Vallana, Pasarín; Larraza, Gamborena, Peña; Piera, Samitier, Monjardín, Carmelo, Aguirrezabala.
Italia: De Pra; Caligaris, Rosetta; Barbiere, Aliberti, Burlando; Conti, Baloncieri, Della Valle, Magnozzi, Levratto.
Goles: 1-0 Vallanta (p.p) (82').
Árbitro: Marcel Slawik (Francia). Expulsó a Larraza en el minuto 55.
Incidencias: Partido correspondiente a la ronda preliminar de los Juegos Olímpicos de París 1924. Disputado en el Stadium de Colombes ante unos 20.000 espectadores.