La cuestión del profesionalismo en el fútbol se volvía a poner de actualidad con cada edición de los Juegos Olímpicos. Las naciones del Este de Europa seguían confeccionando sus selecciones a base de jugadores profesionales, aunque su concepto de 'profesional' difería en la práctica del real. En lugar de cobrar en metálico, los futbolistas de aquellas regiones recibían casas, automóviles, becas de estudios o ascensos militares a cambio de su trabajo sobre los terrenos de juego y ese pago 'en especies' les disfrazaba de amateurs.
Kubala se encontró con muchas dificultades para confeccionar una selección olímpica de garantías. Cada vez que efectuaba una lista de candidatos, la Federación Española de Fútbol le encontraba alguna pega. Los Camacho, Del Bosque, Solsona, Satrústegui o Churruca, que habían sido piezas claves en el torneo preolímpico, eran profesionales a ojos vista y el seleccionador húngaro tuvo que renunciar a ellos.
Al final logró reunir a diecisiete candidatos, alguno de ellos semi- profesional, pero en esta ocasión España no quería ser el único país inocente que no hiciera trampas. Su convocatoria final la formaron:
Guardametas: Luis Miguel Arconada (Real Sociedad) y José Luis Manzanedo (Burgos).
Defensas: Isidoro San José (Real Madrid), Pedro Camus (Racing de Santander), Francisco Sanjosé y José Mariano Pulido (Sevilla), Cundi Suárez (Sporting de Gijón) y Antonio Olmo (Barcelona).
Medios: José Vicente Sánchez (Barcelona), Enrique Saura (Valencia), Francisco Javier Bermejo (Atlético de Madrid), Alberto Vitoria (Real Madrid) y Juani Castillo (Las Palmas).
Delanteros: Juan Gómez, Juanito (Burgos), Esteban Vigo (Málaga), Santiago Idígoras (Real Sociedad) y Miguel Mir (Barcelona).
La mayoría eran jugadores sub-21, un camino que poco después acabaría por resolver el eterno debate del amateurismo vs. profesionalismo. El propio Ladislao Kubala confesó antes de partir hacia Montreal: "Llevamos un equipo joven que carece de experiencia, pero que le sobra ilusión y entusiasmo". Pero, como escribió Andrés Mercé Varela en ABC, se trataba de una selección "con futuro, pero con discutible presente".
Kubala se encontró con muchas dificultades para confeccionar una selección olímpica de garantías. Cada vez que efectuaba una lista de candidatos, la Federación Española de Fútbol le encontraba alguna pega. Los Camacho, Del Bosque, Solsona, Satrústegui o Churruca, que habían sido piezas claves en el torneo preolímpico, eran profesionales a ojos vista y el seleccionador húngaro tuvo que renunciar a ellos.
Al final logró reunir a diecisiete candidatos, alguno de ellos semi- profesional, pero en esta ocasión España no quería ser el único país inocente que no hiciera trampas. Su convocatoria final la formaron:
Guardametas: Luis Miguel Arconada (Real Sociedad) y José Luis Manzanedo (Burgos).
Defensas: Isidoro San José (Real Madrid), Pedro Camus (Racing de Santander), Francisco Sanjosé y José Mariano Pulido (Sevilla), Cundi Suárez (Sporting de Gijón) y Antonio Olmo (Barcelona).
Medios: José Vicente Sánchez (Barcelona), Enrique Saura (Valencia), Francisco Javier Bermejo (Atlético de Madrid), Alberto Vitoria (Real Madrid) y Juani Castillo (Las Palmas).
Delanteros: Juan Gómez, Juanito (Burgos), Esteban Vigo (Málaga), Santiago Idígoras (Real Sociedad) y Miguel Mir (Barcelona).
La mayoría eran jugadores sub-21, un camino que poco después acabaría por resolver el eterno debate del amateurismo vs. profesionalismo. El propio Ladislao Kubala confesó antes de partir hacia Montreal: "Llevamos un equipo joven que carece de experiencia, pero que le sobra ilusión y entusiasmo". Pero, como escribió Andrés Mercé Varela en ABC, se trataba de una selección "con futuro, pero con discutible presente".