Los flashes no cesaban de saltar, las cámaras de vídeo seguían los movimientos de todo jugador con el uniforme de la selección española, los periodistas corrían de un lado a otro con los micrófonos para captar las declaraciones de los protagonistas.
El Camp Nou era una fiesta, como otros tantos puntos de Barcelona y España entera. No era para menos, las generaciones más jóvenes no habían vibrado con la Eurocopa del 64 y muy pocas personas quedaban que hubieran vivido la plata de Amberes en 1920.
Ni los propios integrantes de la selección española de fútbol eran conscientes aún de lo que habían logrado. Ni cuando el árbitro pitó el final del encuentro ante Polonia, ni cuando fueron recibiendo uno a uno el maravilloso metal dorado que les acreditaba para acceder al Olimpo del fútbol.
"Es un día muy feliz, siento una emoción muy profunda porque este título es a nivel mundial lo más importante que ha conseguido el fútbol español", afirmó con gran razón el seleccionador Vicente Miera, que reconoció no haber sufrido demasiado aun con el marcador en contra.
Abelardo Fernández, autor del gol del empate, apuntó: "Era muy difícil y lo hemos conseguido, creo que jugábamos contra dos adversarios porque uno era la propia ilusión de querer ganar, de sentirnos responsabilizados, pero hemos sabido lograrlo". Y añadió que "ganar un oro olímpico, en España y ante el Rey, es algo irrepetible".
Pep Guardiola, el cerebro de la selección, confesó que sentía "un peso más en el cuello", pero puntualizó que "más no se puede pedir. Todo ha sido grandioso, no se puede explicar". Su compañero en el Barcelona, Albert Ferrer fue más enérgico: "Estoy como metido en una nube. ¡Una medalla de oro y en tu propia casa! Este es el año más grande de mi vida".
Y el capitán de la Roja Roberto Solozábal rememoró los sueños del niño que fue: "Yo de pequeño sentía envidia de los atletas a quienes colgaban una medalla de oro. Me decía que cuando fuera mayor quería ser como ellos. Ahora soy mayor y soy como ellos".
Reacciones en la prensa
El Camp Nou era una fiesta, como otros tantos puntos de Barcelona y España entera. No era para menos, las generaciones más jóvenes no habían vibrado con la Eurocopa del 64 y muy pocas personas quedaban que hubieran vivido la plata de Amberes en 1920.
Ni los propios integrantes de la selección española de fútbol eran conscientes aún de lo que habían logrado. Ni cuando el árbitro pitó el final del encuentro ante Polonia, ni cuando fueron recibiendo uno a uno el maravilloso metal dorado que les acreditaba para acceder al Olimpo del fútbol.
"Es un día muy feliz, siento una emoción muy profunda porque este título es a nivel mundial lo más importante que ha conseguido el fútbol español", afirmó con gran razón el seleccionador Vicente Miera, que reconoció no haber sufrido demasiado aun con el marcador en contra.
Abelardo Fernández, autor del gol del empate, apuntó: "Era muy difícil y lo hemos conseguido, creo que jugábamos contra dos adversarios porque uno era la propia ilusión de querer ganar, de sentirnos responsabilizados, pero hemos sabido lograrlo". Y añadió que "ganar un oro olímpico, en España y ante el Rey, es algo irrepetible".
Pep Guardiola, el cerebro de la selección, confesó que sentía "un peso más en el cuello", pero puntualizó que "más no se puede pedir. Todo ha sido grandioso, no se puede explicar". Su compañero en el Barcelona, Albert Ferrer fue más enérgico: "Estoy como metido en una nube. ¡Una medalla de oro y en tu propia casa! Este es el año más grande de mi vida".
Y el capitán de la Roja Roberto Solozábal rememoró los sueños del niño que fue: "Yo de pequeño sentía envidia de los atletas a quienes colgaban una medalla de oro. Me decía que cuando fuera mayor quería ser como ellos. Ahora soy mayor y soy como ellos".
Reacciones en la prensa
Santi Nolla, director de Mundo Deportivo, destacó en la primera página del diario catalán: "La selección española logró transmitir los mejores valores del deporte. Hizo saltar de sus asientos a espectadores en tensión, disparó la euforia en un estadio que batió todos los récords de expectación en estos Juegos y conectó el deporte más popular en España con el espíritu más olímpico".
Unas páginas más adelante, André Astruells relataba en su crónica la entrega de la selección: "El fútbol fue capaz de concitar 95.000 aficionados y convertir el estadio del Barça en una fiesta de multitudes mientras que el equipo español ganaba la medalla de oro con el corazón de los deportistas de antes, luchando hasta el último segundo para hacer posible la anhelada victoria".
Enrique Ortego firmaba en las páginas de ABC: "Ahora sólo hay que rezar para que la selección que se engendró en el Luis Casanova y ayer nació en el Camp Nou, crezca con tanta fuerza, garra y furia como la demostrada anoche. Si es así, es para estar eternamente agradecidos a este ocho de agosto de infarto".
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Unas páginas más adelante, André Astruells relataba en su crónica la entrega de la selección: "El fútbol fue capaz de concitar 95.000 aficionados y convertir el estadio del Barça en una fiesta de multitudes mientras que el equipo español ganaba la medalla de oro con el corazón de los deportistas de antes, luchando hasta el último segundo para hacer posible la anhelada victoria".
Enrique Ortego firmaba en las páginas de ABC: "Ahora sólo hay que rezar para que la selección que se engendró en el Luis Casanova y ayer nació en el Camp Nou, crezca con tanta fuerza, garra y furia como la demostrada anoche. Si es así, es para estar eternamente agradecidos a este ocho de agosto de infarto".
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