La selección española de fútbol desembarcó en Amberes, asistió al desfile de la Ceremonia de Apertura en el Stadium y esperó paciente a conocer el nombre de su primer rival en el torneo. En aquella época no existían ni calendarios previos, ni informes de los rivales- mucho menos ojeadores que vigilaran el juego de los potenciales contendientes.
Mientras tanto, la expedición española se alojó en unas escuelas públicas, junto al equipo griego, en las inmediaciones de Bruselas y se entrenó- o eso cuentan los diarios nacionales- en el campo del Daring de Bruselas. Una cesión en la que habría intervenido Hans Gamper, fundador del FC Barcelona, según relata Madrid Sport.
El sorteo nos deparó un primer enfrentamiento con Dinamarca, uno de los cocos- diríamos ahora- del torneo. Los daneses ya eran unos veteranos de los Juegos Olímpicos: subcampenones en Estocolmo 1912 y Londres 1908 y campeones en el torneo especial de Atenas 1906- no reconocido por el COI.
Dinamarca era la favorita y así lo recogían en sus textos los periódicos extranjeros. El diario parisino "Echo des Sports" publicaba: "No podemos por menos que pronosticar a Dinamarca un triunfo neto sobre España. Temibles en su casa, en terreno duro y seco, los españoles estarán sin duda desplazados en los grounds blandos y herbosos de Bélgica, sin contar con la temperatura, que será para ellos un motivo de molesia, tiene para los brillantes daneses algo de otoñal que seguramente les permitirá llegar hasta las finales". Claro que en París no debían saber que los veranos del norte español, lugar de procedencia de un buen puñado de los internacionales, no son como en Andalucía.
El caso es que España rompió todos los pronósticos, incluso los de los periodistas enviados a Amberes. Pero comencemos por el principio. El día 28 de agosto, en el estadio del Union Saint Gilloise de Bruselas, la selección española se medía al combinado danés en su primer partido internacional. 20.000 espectadores, según unos, 2.000, según otros, se congregaron en el anfiteatro del campo y disfrutaron con un partido muy competido, donde Dinamarca puso el fútbol y España la fe.
"Los daneses se presentaron confiados en la victoria, a darnos una lección, pero no contaron con la fogosidad y entusiasmo de nuestros jugadores", relata Baldomero Martínez Daguerre en la revista Gran Vida. La selección de Dinamarca tenía a sus espaldas muchos años de fútbol internacional y su juego estaba a años luz del español. "Hombres fuertes, que conocían perfectamente el juego, entrenadísimos, dominando todos el balón, pasando perfectamente por bajo y combinando a las mil maravillas", describe Rubryk en las páginas de ABC.
La escuadra danesa dominó el partido, pero su talón de Aquiles, la finalización de las jugadas, coincidió con un soberano trabajo defensivo de España y con las intervenciones de Ricardo Zamora, que se ganó la ovación del estadio. El propio Rubryck escribía sobre él: "Zamora tuvo la mejor tarde de su vida futbolística. Tuvo paradas que, aún viéndolas, parecen imposibles".
Coinciden todas las crónicas en que fue un partido muy competido y duro, aunque sin llegar al fútbol violento, especialmente en el segundo tiempo. Al poco de comenzar éste Patricio logró el gol del triunfo. ¿Cómo lo hizo? En eso los periódicos y periodistas ofrecen múltiples versiones, pero la más detallada descripción la ofreció Manolo de Castro, alías 'Hándicap', en Madrid Sport.
"Se reanuda este memorable partido, viéndose los españoles enardecidos, atacando con ímpetu el campo escandivado y a los nueve minutos España logra un goal de esta forma: Pagaza recoge un pase de Belauste, corre la línea como un gamo, se interna, shoota fuertemente a goal, el portero devuelve corto con dificultad y el mismo Pagaza recoge de nuevo el pelotón en la línea de goal, para centrar suavemente hacia atrás y Patricio, que viene arreando a gran tren, shoota sesgado un primoroso tanto".
Patricio, que ya había logrado ya un gol en la primera parte, anulado por off-side, fue uno de los nombres propios del partido. A España le costó un gran esfuerzo defender la exigua ventaja en el marcador, pues los daneses apretaron los dientes y encerraron al equipo español contra el área de Zamora los últimos veinte minutos. Tan duro fue el esfuerzo que Samitier se retiró lesionado durante 15 minutos, dejando a los suyos en inferioridad numérica, aunque acabó volviendo al campo.
Pero España resistió y dejó boquiabiertos a todos los que apuntaban hacia un triunfo con la gorra de Dinamarca. El jovencísimo Zamora- 19 años- salió a hombros, reconocida su tremenda actuación bajo los palos por la hinchada belga. Y los jugadores daneses... "Se retiraron serios y con unos ojos así de grandes, contemplando a los once muchachos que sobre su pecho ostentaban el león de Castilla", rubrica Hándicap.
A partir de aquel encuentro nació una frase histórica del fútbol español: "Uno a cero y Zamora de portero":
Ficha técnica
España: Zamora; Otero, Arrate; Samitier, Belauste (capitán), Eguiazábal; Pagaza, Sesúmaga, Patricio, Pichichi y Acedo.
Dinamarca: Hansen; Middelboe, Blicher; Grothan, Lykke, Aaby; Dannin, Rohde, Jorgensen, Olsen y Andersen.
Goles: 1-0 Patricio (54').
Árbitro: Willem Eijmers (Holanda).
Mientras tanto, la expedición española se alojó en unas escuelas públicas, junto al equipo griego, en las inmediaciones de Bruselas y se entrenó- o eso cuentan los diarios nacionales- en el campo del Daring de Bruselas. Una cesión en la que habría intervenido Hans Gamper, fundador del FC Barcelona, según relata Madrid Sport.
El sorteo nos deparó un primer enfrentamiento con Dinamarca, uno de los cocos- diríamos ahora- del torneo. Los daneses ya eran unos veteranos de los Juegos Olímpicos: subcampenones en Estocolmo 1912 y Londres 1908 y campeones en el torneo especial de Atenas 1906- no reconocido por el COI.
Dinamarca era la favorita y así lo recogían en sus textos los periódicos extranjeros. El diario parisino "Echo des Sports" publicaba: "No podemos por menos que pronosticar a Dinamarca un triunfo neto sobre España. Temibles en su casa, en terreno duro y seco, los españoles estarán sin duda desplazados en los grounds blandos y herbosos de Bélgica, sin contar con la temperatura, que será para ellos un motivo de molesia, tiene para los brillantes daneses algo de otoñal que seguramente les permitirá llegar hasta las finales". Claro que en París no debían saber que los veranos del norte español, lugar de procedencia de un buen puñado de los internacionales, no son como en Andalucía.
El caso es que España rompió todos los pronósticos, incluso los de los periodistas enviados a Amberes. Pero comencemos por el principio. El día 28 de agosto, en el estadio del Union Saint Gilloise de Bruselas, la selección española se medía al combinado danés en su primer partido internacional. 20.000 espectadores, según unos, 2.000, según otros, se congregaron en el anfiteatro del campo y disfrutaron con un partido muy competido, donde Dinamarca puso el fútbol y España la fe.
"Los daneses se presentaron confiados en la victoria, a darnos una lección, pero no contaron con la fogosidad y entusiasmo de nuestros jugadores", relata Baldomero Martínez Daguerre en la revista Gran Vida. La selección de Dinamarca tenía a sus espaldas muchos años de fútbol internacional y su juego estaba a años luz del español. "Hombres fuertes, que conocían perfectamente el juego, entrenadísimos, dominando todos el balón, pasando perfectamente por bajo y combinando a las mil maravillas", describe Rubryk en las páginas de ABC.
La escuadra danesa dominó el partido, pero su talón de Aquiles, la finalización de las jugadas, coincidió con un soberano trabajo defensivo de España y con las intervenciones de Ricardo Zamora, que se ganó la ovación del estadio. El propio Rubryck escribía sobre él: "Zamora tuvo la mejor tarde de su vida futbolística. Tuvo paradas que, aún viéndolas, parecen imposibles".
Coinciden todas las crónicas en que fue un partido muy competido y duro, aunque sin llegar al fútbol violento, especialmente en el segundo tiempo. Al poco de comenzar éste Patricio logró el gol del triunfo. ¿Cómo lo hizo? En eso los periódicos y periodistas ofrecen múltiples versiones, pero la más detallada descripción la ofreció Manolo de Castro, alías 'Hándicap', en Madrid Sport.
"Se reanuda este memorable partido, viéndose los españoles enardecidos, atacando con ímpetu el campo escandivado y a los nueve minutos España logra un goal de esta forma: Pagaza recoge un pase de Belauste, corre la línea como un gamo, se interna, shoota fuertemente a goal, el portero devuelve corto con dificultad y el mismo Pagaza recoge de nuevo el pelotón en la línea de goal, para centrar suavemente hacia atrás y Patricio, que viene arreando a gran tren, shoota sesgado un primoroso tanto".
Patricio, que ya había logrado ya un gol en la primera parte, anulado por off-side, fue uno de los nombres propios del partido. A España le costó un gran esfuerzo defender la exigua ventaja en el marcador, pues los daneses apretaron los dientes y encerraron al equipo español contra el área de Zamora los últimos veinte minutos. Tan duro fue el esfuerzo que Samitier se retiró lesionado durante 15 minutos, dejando a los suyos en inferioridad numérica, aunque acabó volviendo al campo.
Pero España resistió y dejó boquiabiertos a todos los que apuntaban hacia un triunfo con la gorra de Dinamarca. El jovencísimo Zamora- 19 años- salió a hombros, reconocida su tremenda actuación bajo los palos por la hinchada belga. Y los jugadores daneses... "Se retiraron serios y con unos ojos así de grandes, contemplando a los once muchachos que sobre su pecho ostentaban el león de Castilla", rubrica Hándicap.
A partir de aquel encuentro nació una frase histórica del fútbol español: "Uno a cero y Zamora de portero":
Ficha técnica
España: Zamora; Otero, Arrate; Samitier, Belauste (capitán), Eguiazábal; Pagaza, Sesúmaga, Patricio, Pichichi y Acedo.
Dinamarca: Hansen; Middelboe, Blicher; Grothan, Lykke, Aaby; Dannin, Rohde, Jorgensen, Olsen y Andersen.
Goles: 1-0 Patricio (54').
Árbitro: Willem Eijmers (Holanda).