El sobrenombre de la Furia española o la célebre frase de Belauste son solo una pequeña parte de las anécdotas de que dejaron los españoles en su perioplo por los Juegos Olímpicos de Amberes. Vamos a repasar las más curiosas y simpáticas:
La polémica en las equipaciones
El traje olímpico que tanta polvoreda levantó para los pasados Juegos de Londres 2012 no fue el primer uniforme español que despertó recelos. El 5 de octubre de 1920, R. Ruiz Ferry relataba en las páginas del Heraldo de Madrid un hecho que, a su parecer había pasado muy desapercibido en Amberes. Antes de acudir a la cita olímpica se dio a conocer el maillot que los atletas lucirían en la competición: rojo, con un león bordado en amarillo sobre el pecho. Pero el felino era el escudo tradicional de Bélgica y los belgas ya vestían un maillot rojo, con un león bordado en blanco sobre un fondo negro. Un plagio al que el Comité belga no le dio demasiada importancia. Pero...
Los silbidos no eran para España
La coincidencia en las equipaciones de España y Bélgica acabó derivando en problemas para la selección hispana, aunque los pobres futbolistas ni siquiera se los habían buscado. Los aficionados de Bruselas estaban disgustados porque la selección estaba formada en su mayoría por jugadores de Amberes y decidieron mostrar su enfado con una sonora pitada cuando su selección saltara al terreno de juego. Quiso la desventura que en el partido entre Bélgica y España fueron los españoles los primeros en salir a campo con su león ondeando en el pecho. Los ruidosos belgas los confundieron con los suyos y los españoles recibieron todo el estruendo de golpe y sin previo aviso. Imaginaros las caras de los españoles, que no tenían ni idea de qué habían hecho para merecer tal recibimiento antes del partido.
Pagaza no estaba muerto
Esta historia es una de las mejores anécdotas y sólo podía estar al alcance de los españoles. Tras el partido contra Italia Pagaza había caído lesionado y se perdería la final ante Holanda. Pero eso no le impidió acudir con sus compañeros de selección a una fiesta que se celebró en la Casa Atlética de Francia. Relata Carlos Toro en Del choque al toque la que liaron entonces los futbolistas españoles. Colocaron a Pagaza en unas parihuelas construidas para la ocasión y el buen muchacho debio quedarse dormido. "Y, entonando nostálgicas canciones vascas, anduvieron dando vueltas por las calles sombrías. Algunos de los escasos viandantes que circulaban a esas horas tomaron las melodías por cantos fúnebres y, compungidos, dieron el pésame a Arrate y Belauste, que encabezaban el cortejo fúnebre". Fernando Carreño, en un reportaje del diario Marca, precisa que en verdad los muchachos españoles quisieron fingir el entierro de Pagaza. Incluso el entrenador, Paco Bru, se sumó a la fiesta.
El grito de guerra hispano
El ingenio de los futbolistas españoles les llevó a crear el primer grito de guerra de la selección, aunque dista mucho de ser una frase rebuscada o cargada de retórica. ¡Pagazaurtundúa-Belausteguigoitia! Los dos apellidos más largos de los integrantes de la selección que, si ya por separado son difíciles de pronunciar sin trabarse, juntos ya debía ser todo un espectáculo.
Zamora, guardameta y guarda-tabaco
El viaje de regreso a España no debió ser muy plácido para el portero catalán. Zamora, igual que muchos otros compañeros, se trajeron de recuerdo de Amberes- además de la medalla de plata- varios paquetes de tabaco. Pero en la frontera franco- belga, el joven guardameta fue el único al que pillaron y hubo de pagar una multa de 759 francos por ¡contrabandista! Parece delicado el tema, pero el cronista Manolo de Castro, Hándicap, estuvo presente y relató los hechos en Madrid Sport: "Zamora cometió la ligereza de comprar tabaco en Bélgica y ocultarlo en el vagón. Lo que hizo tuvo imitadores en la mayoría de sus compañeros, incluso en los del Comité Nacional. Pero llegado el momento de la inspección en el tren, Zamora fue el único sorprendido. Y Zamora tuvo que cargar y pagar las consecuencias de un delito del cual casi todos eran delincuentes".
Y aquí no acabaron los problemas para el Divino. Como el pobre Ricardo no tenía dinero suficiente en ese momento para pagar la multa, hubo de quedar varado en la estación francesa de Saint-Quentin, abandonado a su suerte. Continúa Hándicap: "Lo que hicieron sus compañeros, que habían cometido la misma falta, fue poner la cuestión más difícil, tratando incorrectamente a un aduanero francés, que dio luego motivo para que Zamora fuese detenido y conducido hasta la frontera". Compañeros que luego se marcharon de fiesta por París. Menos mal que apareció el Delegado del Comité Español para prestarle a Zamora los francos para pagar la multa.
En las páginas 53 y 54 del diario ABC del 13 de marzo de 1931 encontraréis el relato del propio Zamora sobre lo sucedido.
¡Faltan medallas!
Veintiún jugadores españoles viajaron a los Juegos de Amberes pero sólo 11 recibieron la medalla de plata tras vencer a Holanda. Un hecho del que da cuenta Rugby en las páginas del diario Heraldo deportivo con fecha de 5 de marzo de 1921. El fallo fue comunicado al Comité Olímpico, que acordó confeccionar las medallas restantes para que todos los jugadores tuvieran su recuerdo.
La polémica en las equipaciones
El traje olímpico que tanta polvoreda levantó para los pasados Juegos de Londres 2012 no fue el primer uniforme español que despertó recelos. El 5 de octubre de 1920, R. Ruiz Ferry relataba en las páginas del Heraldo de Madrid un hecho que, a su parecer había pasado muy desapercibido en Amberes. Antes de acudir a la cita olímpica se dio a conocer el maillot que los atletas lucirían en la competición: rojo, con un león bordado en amarillo sobre el pecho. Pero el felino era el escudo tradicional de Bélgica y los belgas ya vestían un maillot rojo, con un león bordado en blanco sobre un fondo negro. Un plagio al que el Comité belga no le dio demasiada importancia. Pero...
Los silbidos no eran para España
La coincidencia en las equipaciones de España y Bélgica acabó derivando en problemas para la selección hispana, aunque los pobres futbolistas ni siquiera se los habían buscado. Los aficionados de Bruselas estaban disgustados porque la selección estaba formada en su mayoría por jugadores de Amberes y decidieron mostrar su enfado con una sonora pitada cuando su selección saltara al terreno de juego. Quiso la desventura que en el partido entre Bélgica y España fueron los españoles los primeros en salir a campo con su león ondeando en el pecho. Los ruidosos belgas los confundieron con los suyos y los españoles recibieron todo el estruendo de golpe y sin previo aviso. Imaginaros las caras de los españoles, que no tenían ni idea de qué habían hecho para merecer tal recibimiento antes del partido.
Pagaza no estaba muerto
Esta historia es una de las mejores anécdotas y sólo podía estar al alcance de los españoles. Tras el partido contra Italia Pagaza había caído lesionado y se perdería la final ante Holanda. Pero eso no le impidió acudir con sus compañeros de selección a una fiesta que se celebró en la Casa Atlética de Francia. Relata Carlos Toro en Del choque al toque la que liaron entonces los futbolistas españoles. Colocaron a Pagaza en unas parihuelas construidas para la ocasión y el buen muchacho debio quedarse dormido. "Y, entonando nostálgicas canciones vascas, anduvieron dando vueltas por las calles sombrías. Algunos de los escasos viandantes que circulaban a esas horas tomaron las melodías por cantos fúnebres y, compungidos, dieron el pésame a Arrate y Belauste, que encabezaban el cortejo fúnebre". Fernando Carreño, en un reportaje del diario Marca, precisa que en verdad los muchachos españoles quisieron fingir el entierro de Pagaza. Incluso el entrenador, Paco Bru, se sumó a la fiesta.
El grito de guerra hispano
El ingenio de los futbolistas españoles les llevó a crear el primer grito de guerra de la selección, aunque dista mucho de ser una frase rebuscada o cargada de retórica. ¡Pagazaurtundúa-Belausteguigoitia! Los dos apellidos más largos de los integrantes de la selección que, si ya por separado son difíciles de pronunciar sin trabarse, juntos ya debía ser todo un espectáculo.
Zamora, guardameta y guarda-tabaco
El viaje de regreso a España no debió ser muy plácido para el portero catalán. Zamora, igual que muchos otros compañeros, se trajeron de recuerdo de Amberes- además de la medalla de plata- varios paquetes de tabaco. Pero en la frontera franco- belga, el joven guardameta fue el único al que pillaron y hubo de pagar una multa de 759 francos por ¡contrabandista! Parece delicado el tema, pero el cronista Manolo de Castro, Hándicap, estuvo presente y relató los hechos en Madrid Sport: "Zamora cometió la ligereza de comprar tabaco en Bélgica y ocultarlo en el vagón. Lo que hizo tuvo imitadores en la mayoría de sus compañeros, incluso en los del Comité Nacional. Pero llegado el momento de la inspección en el tren, Zamora fue el único sorprendido. Y Zamora tuvo que cargar y pagar las consecuencias de un delito del cual casi todos eran delincuentes".
Y aquí no acabaron los problemas para el Divino. Como el pobre Ricardo no tenía dinero suficiente en ese momento para pagar la multa, hubo de quedar varado en la estación francesa de Saint-Quentin, abandonado a su suerte. Continúa Hándicap: "Lo que hicieron sus compañeros, que habían cometido la misma falta, fue poner la cuestión más difícil, tratando incorrectamente a un aduanero francés, que dio luego motivo para que Zamora fuese detenido y conducido hasta la frontera". Compañeros que luego se marcharon de fiesta por París. Menos mal que apareció el Delegado del Comité Español para prestarle a Zamora los francos para pagar la multa.
En las páginas 53 y 54 del diario ABC del 13 de marzo de 1931 encontraréis el relato del propio Zamora sobre lo sucedido.
¡Faltan medallas!
Veintiún jugadores españoles viajaron a los Juegos de Amberes pero sólo 11 recibieron la medalla de plata tras vencer a Holanda. Un hecho del que da cuenta Rugby en las páginas del diario Heraldo deportivo con fecha de 5 de marzo de 1921. El fallo fue comunicado al Comité Olímpico, que acordó confeccionar las medallas restantes para que todos los jugadores tuvieran su recuerdo.