Abelardo Fernández Antuña (Gijón, 1970) acaba de firmar una nueva página dorada en la historia del Sporting de Gijón. En su primera temporada al frente del banquillo del primer equipo, el Pitu ha conseguido lo que pocos imaginaban en agosto: devolver al equipo rojiblanco a Primera División. Un milagro con tintes épicos por la forma en que se logró: Gracias a un tanto del Lugo en Montilivi en el último minuto que, unido al triunfo gijonés ante el Betis por 0-3, permitió que los sueños de toda una ciudad y gran parte de la región asturiana se vieran cumplidos. Unos días antes de ese inolvidable 7 de junio, Abelardo nos recibe en la Escuela de Fútbol de Mareo para hablar de uno de sus primeros hitos en el fútbol: la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. ¿Preparado para viajar en el tiempo hasta la Barcelona olímpica?, le pregunto. Y él, con la misma serenidad con que afrontaba los partidos desde el centro de la zaga, asiente y vuelve la vista atrás: "23 años…".
La historia de Barcelona 92 arranca un 17 de octubre de 1986, cuando se anunció que la Ciudad Condal sería sede de los Juegos Olímpicos de 1992. ¿Recuerdas cómo viviste aquel día?
Sí, en casa, por la tele lo vimos. Tenía 16 años y me acuerdo cuando lo dijo Samaranch. Una alegría porque se celebrase una Olimpiada aquí en España, en Barcelona, pero lo que no me imaginaba es que iba a disputarla, ni mucho menos.
La temporada 91-92 ya eras un jugador fijo en las alineaciones del Sporting de Gijón y habitual en las categorías inferiores de la selección española, aunque ver tu nombre en la lista de convocados para acudir a los Juegos Olímpicos ya son palabras mayores.
Ya había sido internacional absoluto con Miera, ya me había convocado creo que tres o cuatro veces y había ido con la selección absoluta. Y algunos partidos amistosos que organizaron durante el año anterior para la selección olímpica, que éramos los sub 21. Y después en la lista definitiva. Además tres partidos antes de acabar la Liga tuve una rotura de fibras en el recto anterior y fui allí y recaí. Y gracias a Javier Gutiérrez, un fisio que hay en Oviedo que lo conoce muchísima gente, fue el que me recuperó y volví otra vez a la concentración y pude disputar la Olimpiada.
Estuvisteis casi un mes concentrados para preparar los Juegos, primero en Palencia.
En Palencia no estuvimos tanto, creo que fueron un par de semanas, en Cervera de Pisuerga, y después ya antes de empezar, en Valencia para aclimatarnos porque hacía muchísimo calor. Y allí estuvimos igual 10 o 12 días antes de empezar. Y allí disputamos la primera fase, que fueron tres partidos, cuartos de final y semifinales, los jugamos todos en Mestalla y luego la final en Barcelona.
Teníais un psicólogo con vosotros en la concentración, que era algo que se había visto pocas veces hasta entonces en el fútbol español.
Si, Chus García Barrero, que es hermano de Santi García Barrero. Un chico que se murió el pobre, le pegó un infarto jugando un partido de fútbol. Sí, era un poco una novedad que nos vino muy bien. Ya había trabajado en el Sporting con nosotros, en la época de Ciriaco Cano, él y su mujer Rosana y la verdad es que fue fenomenal. Un chaval además maravilloso, que lamentablemente ya no está con nosotros, y fue una experiencia nueva, pero muy positiva.
Como comentabas antes, Valencia fue vuestro cuartel general durante gran parte de los Juegos Olímpicos, aunque eso implicó no poder vivir más de cerca el ambiente olímpico.
Sí, pero yo creo que mejor, porque si no hubiese sido un desmadre que no veas (risas). Fuimos a la Ceremonia de Inauguración de los Juegos y después volvimos a Valencia. Estábamos en el hotel Ciudad de Valencia, además me acuerdo, un NH y después por las mañanas entrenábamos y teníamos las tardes libres. Me acuerdo que íbamos a los karts, lo pasamos muy bien. Se hizo un pelín largo, pero los resultados iban acompañando. Éramos 20 convocados y el ambiente era extraordinario, entre los jugadores muy muy bueno, parecido al de este año en el Sporting, y después ganamos la medalla de oro así que salió todo perfecto.
Debutasteis en el torneo olímpico contra Colombia que, sobre el papel, era la más potente de vuestros rivales en la fase de grupos, y acabasteis goleando.
Sí, era la selección más potente porque no habían ido ni Brasil, ni Argentina. En el Preolímpico de allí se habían clasificado Colombia y creo que Paraguay. Colombia tenía a Sprillia, tenía a Valenciano, un delantero muy bueno, tenía un equipazo. Pero nos salió un partido muy bueno, no sabría decirte si el mejor, pero sí de los mejores y ganamos 4-0.
La historia de Barcelona 92 arranca un 17 de octubre de 1986, cuando se anunció que la Ciudad Condal sería sede de los Juegos Olímpicos de 1992. ¿Recuerdas cómo viviste aquel día?
Sí, en casa, por la tele lo vimos. Tenía 16 años y me acuerdo cuando lo dijo Samaranch. Una alegría porque se celebrase una Olimpiada aquí en España, en Barcelona, pero lo que no me imaginaba es que iba a disputarla, ni mucho menos.
La temporada 91-92 ya eras un jugador fijo en las alineaciones del Sporting de Gijón y habitual en las categorías inferiores de la selección española, aunque ver tu nombre en la lista de convocados para acudir a los Juegos Olímpicos ya son palabras mayores.
Ya había sido internacional absoluto con Miera, ya me había convocado creo que tres o cuatro veces y había ido con la selección absoluta. Y algunos partidos amistosos que organizaron durante el año anterior para la selección olímpica, que éramos los sub 21. Y después en la lista definitiva. Además tres partidos antes de acabar la Liga tuve una rotura de fibras en el recto anterior y fui allí y recaí. Y gracias a Javier Gutiérrez, un fisio que hay en Oviedo que lo conoce muchísima gente, fue el que me recuperó y volví otra vez a la concentración y pude disputar la Olimpiada.
Estuvisteis casi un mes concentrados para preparar los Juegos, primero en Palencia.
En Palencia no estuvimos tanto, creo que fueron un par de semanas, en Cervera de Pisuerga, y después ya antes de empezar, en Valencia para aclimatarnos porque hacía muchísimo calor. Y allí estuvimos igual 10 o 12 días antes de empezar. Y allí disputamos la primera fase, que fueron tres partidos, cuartos de final y semifinales, los jugamos todos en Mestalla y luego la final en Barcelona.
Teníais un psicólogo con vosotros en la concentración, que era algo que se había visto pocas veces hasta entonces en el fútbol español.
Si, Chus García Barrero, que es hermano de Santi García Barrero. Un chico que se murió el pobre, le pegó un infarto jugando un partido de fútbol. Sí, era un poco una novedad que nos vino muy bien. Ya había trabajado en el Sporting con nosotros, en la época de Ciriaco Cano, él y su mujer Rosana y la verdad es que fue fenomenal. Un chaval además maravilloso, que lamentablemente ya no está con nosotros, y fue una experiencia nueva, pero muy positiva.
Como comentabas antes, Valencia fue vuestro cuartel general durante gran parte de los Juegos Olímpicos, aunque eso implicó no poder vivir más de cerca el ambiente olímpico.
Sí, pero yo creo que mejor, porque si no hubiese sido un desmadre que no veas (risas). Fuimos a la Ceremonia de Inauguración de los Juegos y después volvimos a Valencia. Estábamos en el hotel Ciudad de Valencia, además me acuerdo, un NH y después por las mañanas entrenábamos y teníamos las tardes libres. Me acuerdo que íbamos a los karts, lo pasamos muy bien. Se hizo un pelín largo, pero los resultados iban acompañando. Éramos 20 convocados y el ambiente era extraordinario, entre los jugadores muy muy bueno, parecido al de este año en el Sporting, y después ganamos la medalla de oro así que salió todo perfecto.
Debutasteis en el torneo olímpico contra Colombia que, sobre el papel, era la más potente de vuestros rivales en la fase de grupos, y acabasteis goleando.
Sí, era la selección más potente porque no habían ido ni Brasil, ni Argentina. En el Preolímpico de allí se habían clasificado Colombia y creo que Paraguay. Colombia tenía a Sprillia, tenía a Valenciano, un delantero muy bueno, tenía un equipazo. Pero nos salió un partido muy bueno, no sabría decirte si el mejor, pero sí de los mejores y ganamos 4-0.
"Por las mañanas entrenábamos y teníamos las tardes libres. Me acuerdo que íbamos a los karts, lo pasamos muy bien". | Comentaban las crónicas que fue un partido muy sucio y con una actuación arbitral bastante reprobable. No me acuerdo; a mí me expulsaron por doble amarilla, pero yo no lo recuerdo así. Me acuerdo que en el primer tiempo ya ganábamos |
3-0, creo que fuimos superiores. No recuerdo que fuera así y me suelo acordar de esas cosas. Igual lo exageraron las crónicas colombianas (risas). Fue un partido normal.
Luego contra Egipto y Qatar ya costó un poco más, ambas jugaron a encerrarse atrás.
Sí, pero yo creo que fuimos superiores en los tres partidos, el equipo era superior. Ganamos los dos partidos con solvencia, no con un resultado tan claro, pero con solvencia. Después en cuartos, Italia, que se metió segunda en el otro grupo, sí que fue un rival potentísimo, estaban los Dino Baggio, Albertini, Peruzzi, Buso, un delantero que jugaba de aquella en el Nápoles, tenía un equipazo, muy bueno. Pero nosotros también, aquella generación de futbolistas que llegamos a jugar en Primera División todos, varios de ellos en equipos grandes, y con una trayectoria casi todos muy muy buena dentro de la Liga española.
¿Había miedo a la maldición de cuartos?
No, la verdad que no hablamos nada. No, la maldición de cuartos fue después, en el 94, 96 y 2002, eso lo viví yo. El objetivo era ganar una medalla, pero no teníamos presión porque España, excepto en el año 64 que ganaron la Eurocopa, con aquel famoso gol de Marcelino y otro de Chus Pereda a la URSS, no había conseguido nada. Fue una Olimpiada a la que íbamos sin presión y por estar en Valencia al principio tampoco fue mucha gente al campo, se fue animando a medida que íbamos avanzando en la competición y se fue enganchando. Era un partido que sabíamos que era difícil y que nos jugábamos prácticamente una medalla, porque después en semifinales tenías que ganar uno de los dos partidos para, por lo menos, conseguir una medalla. Sabíamos que era un rival muy muy difícil y, es más, ganamos 1-0 y fue un partido muy igualado.
En semifinales os tocó Ghana, que era una de las revelaciones del torneo y posiblemente la selección más joven. ¿Os costó sacarlo adelante?
No, yo creo que nos costó más contra Italia y luego la final. Y bueno, lo de joven… Había alguno que aparentaba más de la edad que tenía, yo no sé… (risas). En el partido fuimos superiores, además tuve la suerte de meter yo el primer gol en una falta lateral de Pep y después en el segundo tiempo al poco ya metió Rafa Berges el segundo; no sé si fue a los 10-15 minutos de empezar el segundo tiempo. No fue un partido fácil, pero yo creo que también fuimos superiores.
Lee aquí la segunda parte de la entrevista.
Luego contra Egipto y Qatar ya costó un poco más, ambas jugaron a encerrarse atrás.
Sí, pero yo creo que fuimos superiores en los tres partidos, el equipo era superior. Ganamos los dos partidos con solvencia, no con un resultado tan claro, pero con solvencia. Después en cuartos, Italia, que se metió segunda en el otro grupo, sí que fue un rival potentísimo, estaban los Dino Baggio, Albertini, Peruzzi, Buso, un delantero que jugaba de aquella en el Nápoles, tenía un equipazo, muy bueno. Pero nosotros también, aquella generación de futbolistas que llegamos a jugar en Primera División todos, varios de ellos en equipos grandes, y con una trayectoria casi todos muy muy buena dentro de la Liga española.
¿Había miedo a la maldición de cuartos?
No, la verdad que no hablamos nada. No, la maldición de cuartos fue después, en el 94, 96 y 2002, eso lo viví yo. El objetivo era ganar una medalla, pero no teníamos presión porque España, excepto en el año 64 que ganaron la Eurocopa, con aquel famoso gol de Marcelino y otro de Chus Pereda a la URSS, no había conseguido nada. Fue una Olimpiada a la que íbamos sin presión y por estar en Valencia al principio tampoco fue mucha gente al campo, se fue animando a medida que íbamos avanzando en la competición y se fue enganchando. Era un partido que sabíamos que era difícil y que nos jugábamos prácticamente una medalla, porque después en semifinales tenías que ganar uno de los dos partidos para, por lo menos, conseguir una medalla. Sabíamos que era un rival muy muy difícil y, es más, ganamos 1-0 y fue un partido muy igualado.
En semifinales os tocó Ghana, que era una de las revelaciones del torneo y posiblemente la selección más joven. ¿Os costó sacarlo adelante?
No, yo creo que nos costó más contra Italia y luego la final. Y bueno, lo de joven… Había alguno que aparentaba más de la edad que tenía, yo no sé… (risas). En el partido fuimos superiores, además tuve la suerte de meter yo el primer gol en una falta lateral de Pep y después en el segundo tiempo al poco ya metió Rafa Berges el segundo; no sé si fue a los 10-15 minutos de empezar el segundo tiempo. No fue un partido fácil, pero yo creo que también fuimos superiores.
Lee aquí la segunda parte de la entrevista.